Desde que el fútbol se volvió profesional en 1885, en Inglaterra, los contratos entre jugadores y clubes han pasado de simples acuerdos deportivos a verdaderos documentos de realismo mágico.

En 140 años, se han firmado cláusulas tan raras que parecen inventadas: prohibiciones para viajar al espacio, dietas con comidas afrodisíacas y hasta permisos para salir de fiesta sin castigo.

Samuel Eto’o y su jet privado

El camerunés no quería vivir cerca de su equipo ruso, el Anzhi Makhachkala (2011-2014). Así que exigió —y consiguió— que el club le pusiera un avión privado diario para viajar desde Moscú a los entrenamientos. ¡Lujo total!

Coutinho y la venganza del Liverpool

Cuando el FC Barcelona fichó a Philippe Coutinho (2017), no solo pagó 142 millones de libras ($ 160 millones). El Liverpool impuso una cláusula extra: si el Barça contrataba otro jugador del club inglés antes de 2020, debía pagar 89 millones más ($ 93 millones). Una trampa maestra.

Spencer Prior y la dieta más exótica

En 2001, el defensa Spencer Prior llegó al Cardiff City y se topó con una condición insólita. El presidente, de origen libanés, le obligó a comer testículos de cordero con limón y salsa de perejil. Todo, por contrato. ¡Una dieta para valientes!

Romeo Castelen: paga por minuto jugado

El holandés Romeo Castelen (con 29 años) firmó uno de los acuerdos más duros de la historia: solo cobraba por los minutos que jugaba en la escuadra rusa del Volga Nizhni Nóvgorod (2012-2013). Si no entraba al campo, no ganaba ni un centavo. Así lo reveló el diario Sport Express.

Ronaldinho y su cláusula fiestera

El ídolo brasileño nunca ocultó su amor por la rumba. En su contrato con el Flamengo (2011), Ronaldinho tenía permiso para salir de fiesta al menos dos veces por semana. Nadie podía sancionarlo por eso. ¡La alegría también era parte del juego!

Stefan Schwarz y el viaje espacial

El sueco Stefan Schwarz, exjugador del Sunderland (1999-2003), tenía grandes sueños… literalmente. Como confesó su interés por viajar al espacio, el club inglés incluyó una cláusula que anulaba su contrato si abandonaba el planeta. Por si acaso.

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