Miguel Nazareno soñaba con ser grande. En las canchas polvorientas de Socio Vivienda 2, donde la pelota es refugio y esperanza, nació su sueño. Hasta el mediodía del viernes 7 de noviembre, el chico que quería brillar con Independiente del Valle era velado entre lágrimas, música triste y abrazos que no alcanzan. 

La vida se detuvo en su barrio. La ilusión del fútbol se vistió de luto. EXTRA llegó hasta el norte de Guayaquil a ver el drama que se vive.

El ataúd color café está rodeado era mirado por familiares y vecinos. Afuera, las carpas blancas apenas resisten el sol y las lágrimas. Miguel, que amaba las gorras y la número 10, parte con la camiseta que lo hizo soñar. Esa prenda con el escudo de Independiente, la que prometía abrirle las puertas del éxito. Le colocaron su gorra Calvin Klein, porque sin ella —decían— “no era él”.

Iba a ser un crack 

Su padre, Wellington Ismael Nazareno, dirige una escuela de fútbol en el mismo sector. Allí nació el sueño, allí aprendió a dominar la pelota, allí juró que su apellido sería conocido por el talento, no por la tragedia. Su hermano Kleiber, también futbolista, cuenta que Miguel estaba cerca de debutar en primera. “Era un crack, todos lo sabían”, dice entre sollozos.

Su último partido fue ante Deportivo Cuenca. Luego vino el feriado, el regreso a casa, el abrazo con la familia... y el silencio. Este viernes 7 de  noviembre será sepultado.

Las calles de Socio Vivienda 2 están más tristes. El chico que iba a ser famoso al sector ahora juega su partido eterno.

Un relato que duele

Espera este sábado 8 de noviembre en la edición impresa de EXTRA y www.extra.ec, un desgarrador testimonio de su padre Wellington quien cuenta como nació su hijo futbolista, sus sueños, el día que le dieron la camiseta 10, cuando iba a firmar con su nuevo representante.

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