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“Dios lo puso para que dé su aliento a Portoviejo”

Lucero Llanos, Portoviejo (Manabí)
La casa de los Sornoza Moreira volvió a ‘temblar’ la noche del jueves pasado. Esta vez no fue a causa de un sismo, sino por la euforia de familiares, amigos y vecinos de Junior Sornoza, quien marcó el penalti, el segundo gol, que le dio el 2-0 a Independiente del Valle frente a River Plate, en los octavos de final de la Copa Libertadores.
Carmen de Sornoza, madre del futbolista, sintió que su corazón se aceleraba con cada jugada. Primero con el pase que Cabezas y Angulo convirtieron en gol y, al filo de que acabara el partido, con la magistral ejecución de su hijo desde los once pasos.
Esa misma noche, el teléfono de Nazareno, padre del jugador, no paraba de sonar.
Siquiera fueron 30 veces. “Me llamaban a felicitarme y a agradecer”, contaba, sobre el gesto de Junior, quien mostró un par de camisetas con las leyendas “Yo de aquí no me voy… Yo amo a Portoviejo”.
“Dios lo puso para que dé su aliento a Portoviejo”, opinaba Carmen Moreira de Sornoza, ayer por la mañana.
Así vivió el terremoto
Desde la pequeña casa de dos plantas, ubicada en lo alto del barrio San Pablo, se ve todo Portoviejo. La belleza y la destrucción. También el estadio Reales Tamarindos y aquel césped por el que Junior corría junto a su padre, luego de que aprendiera a caminar.