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Delfín, equipo pequeño de una provincia que teje historias maravillosas
El Delfín, que este domingo puede hacerse con su primer título en el fútbol ecuatoriano, nació en una provincia que teje historias maravillosas y que en el último año se ha levantado de una de sus peores tragedias: un terremoto de magnitud 7,8 que dejó
El Delfín, que este domingo puede hacerse con su primer título en el fútbol ecuatoriano, nació en una provincia que teje historias maravillosas y que en el último año se ha levantado de una de sus peores tragedias: un terremoto de magnitud 7,8 que dejó más de 670 fallecidos. El movimiento del 16 de abril de 2016, del que ha habido más de 4.200 réplicas y que afectó con fuerza, entre otras, a Manabí, dejó millonarias pérdidas materiales, pero sus habitantes han salido adelante en un proceso que ha contado con la solidaridad de todo el país y en el que el cuadro cetáceo ha puesto alegría y esperanza.
Delfín está a punto de levantar el título del fútbol ecuatoriano, privilegio exclusivo, hasta ahora, de los clubes de Guayaquil y Quito, con excepción de Olmedo, de Riobamba, y Deportivo Cuenca, de Cuenca, ganadores de los títulos de 2000 y 2004, respectivamente.
El equipo manabita se medirá este miércoles 13 de diciembre con Emelec en el partido de ida por el título de la actual temporada, que se definirá el próximo domingo en cancha manabita. Será la quinta ocasión en esta temporada en que se enfrentarán Emelec y Delfín, con tres empates y un triunfo a favor del cuadro cetáceo.
Emelec, en esta ocasión, es el favorito de muchos por el gran momento futbolístico de su plantilla y por el bajón que soportó Delfín, que le negó la posibilidad de proclamarse campeón en forma directa si ganaba la segunda etapa, que quedó en manos de su ahora principal rival. El club Emelec se consolidó al ganar los últimos partidos de local y Delfín perdió el control que tuvo en la primera etapa para sacar buenos resultados jugando de visitante, con excepción del partido ante Emelec, que terminó empatado.
Pero los manabitas mantienen la esperanza y su tradicional alegría. “Tierra hermosa de mis sueños donde vi la luz primera, donde ardió la inmensa hoguera de mi ardiente frenesí”, reza la introducción de un pasillo convertido en himno de los manabitas, que disfrutan de magníficos paisajes y turísticas playas en un recorrido de 350 kilómetros bañados por las mansas aguas del océano Pacífico.
Allí nació Delfín, un equipo acunado por un mar que genera fuente de trabajo y riqueza para su gente, que madruga a la pesca y regresa temprano para disfrutar el domingo del juego de su Delfín que, a punta de goles y de triunfos, ha ido conquistando el corazón de quienes están en su entorno.
Cerca de Manta está Montecristi, la cuna del general Eloy Alfaro, presidente de Ecuador en dos ocasiones y cuyas historias de acción y valentía inyectan de rebeldía al manabita, que se siente representado por los jugadores del cetáceo. Las diferentes historias que se tejen en ese pedazo de suelo ecuatoriano han inspirado la creación de la canción ‘Romance a una Tejedora Manabita’.
“Dime linda manabita si es verdad que en tus vigilias tejes con aguas delgadas o en diamantes cristalizas, ese sombrero tan leve que más que sombrero es brisa o es que tus dedos de pétalos de rosas, nardos y lirios están tejiendo un sombrero con rayos de luna India”, dice una parte de la canción. Y es que en Montecristi se elabora el fino y famoso sombrero de paja toquilla, a pocos kilómetros de donde Delfín teje también la esperanza de su debut en Copa Libertadores.
Aunque los manabitas saben que el equipo con más opciones para quedarse con el título del torneo es el club guayaquileño Emelec, se aferran a la posibilidad del milagro futbolístico y en las calles se escucha reflexiones como: “Si David derrotó a Goliat, ¿qué tiene Emelec para que Delfín no le pueda ganar?”.
En el tejido de historias, de esperanzas, también está el trabajo del técnico uruguayo Guillermo Sanguinetti, que figura entre quienes se han preparado para hacer de sus equipos una máquina de buen funcionamiento y de grandes resultados. En su equipo, Sanguinetti ha mezclado fortaleza, orden, disciplina y efectividad, ingredientes que lo tienen ahora en la recta final del torneo, del que podrían llevar por primera vez la copa al corazón de Manabí.