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Sierra se destacó como una de las figuras de la selección sub-20 de Ecuador que jugó el Mundial del 2017.Archivo / Extra

Jordan, el ‘delfín’ que se hizo ‘lobo’

Sierra nos cuenta su salto del cetáceo al fútbol mexicano, donde jugará a préstamo por un año. Tigres es el dueño del 80 % de su pase. Una historia de sacrificios.

En la casa de los Sierra Flores, en Manta, todo es felicidad. Uno de ellos, Jordan, el 10 del Delfín 2017, está a minutos de embarcarse con destino a Puebla, México, donde desde este 11 de enero deberá comenzar a entrenar con los Lobos Buap, que en realidad se llama Club de Fútbol Lobos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Los mexicanos lo llaman “la joya” al manabita, de 20 años, quien tiene dos hermanos más que también son futbolistas, Jefferson y Jerson. “Me siento feliz por esto y espero que me vaya bien”, dice a EXTRA Jordan, quien aprovecha que eran las 06:15 de ayer para hablar con este Diario, debido a que le esperaba un día movido entre los trámites, la visa y dejar todo en orden.

“Ahora depende de los papeles, ellos lo gestionan todo”, expresa el volante, quien ahora deja la piel del Cetáceo para ponerse piel de Lobo.

Brillante inicio

Sierra, que en 2016 ganó el título de jugador revelación, tuvo una ascenso espectacular, en el 2017 jugó el Mundial de sub-20 en Corea del Sur, lo cual le impidió estar toda la primera etapa con Delfín. Empresarios europeos y mexicanos lo tenían en la mira desde hace un año.

“Gracias a Dios se dio lo de Lobos. Ahora creo que ha llegado la oportunidad de continuar mi carrera afuera. Al principio será difícil, pero después adaptándome será todo normal”, menciona Sierra, quien creció en el barrio Cuba de su natal Manta.

El coqueteo con el fútbol del exterior se dio desde el 2017, hasta llegaron los cazatalentos del Manchester City para verlo en acción, pero Sierra siempre se mantuvo perfil bajo. Sonreía nervioso cuando se especulaba que “ya se va, mañana se va”.

Pero nunca tuvo prisa por salir. Jordan dice que de su vida se encarga Dios y que solo él sabía cuándo le tocaría marcharse al exterior. Tigres compró el 80 % de su pase y lo cedió a préstamo al Lobos de Puebla.

“Lo que en realidad espero es seguir creciendo, porque se viene algo muy importante para mi carrera y mi familia”, manifiesta.

Sueños

A los 4 años, Jordan ya llevaba el 10 en el dorsal del equipo barrial Zanahoria. Desde entonces empezó a forjar un sueño que hace pocos años cristalizó: ser futbolista de la primera categoría. Pero antes fue quemando etapas en las inferiores. De un gran salto de calidad, el mantense llegó a la Tri sub-20, por eso le agradece al entrenador Javier Rodríguez, de la selección sub-17 de Ecuador, los consejos que le sirvieron para madurar.

Recuerda que en los duros inicios siempre tuvo el apoyo de sus padres Sloanne y Mónica, quienes se sacrificaron al máximo para darles de comer y llevarlos a los entrenamientos a él y a sus hermanos. “A mi mamá no le gustaba mandarnos a dormir sin nada en el estómago, ella es mi guerrera. Hizo todo por la familia. En cambio mi papá me llevó a los entrenamientos y le estoy agradecido por ser como es conmigo y mis hermanos. No puedo olvidarme dónde nací”, expresa Jordan.

Jordan junto con sus ñaños convertían los cuartos de su casa en verdaderas canchas y en cada pelotazo iban quebrando lo que se encontraba en su camino.

La despedida de Valencia

Antes de viajar a México, Jordan fue donde su mentor, quien le enseñó los secretos del fútbol, un exjugador que es ícono en el puerto manabita, José ‘Pepe’ Valencia, aquel veloz delantero de los 80.

“Nací en una cancha de polvo y en ese sitio me fui a despedir de mi formador, José Valencia, fue algo fabuloso. También lo hice de su esposa, a quien le digo de cariño tía Mari, y de la cuñada, que para mí es la mamá Nacha, ellos me vieron crecer y ejecutar mis primeras jugadas cuando era pequeño”, comenta.

Antes de marcharse a México, Pepe Valencia le advierte que “estás en el 40 por ciento de lo que sabes hacer”. Jordan se sorprende por lo que dice su maestro, pero acepta el reto: “él me conoce mucho y sé que daré más de lo que imagina”.