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24 horas con un gigante
Jhon Chancellor vive su mejor etapa profesional y personal en Manabí, donde ha encontrado su lugar en el mundo. EXTRA pasó un día con una de las revelaciones del año.

El defensor venezolano, de 1,98, que nació en Puerto Ordaz y creció jugando béisbol en Tumeremo.
“Le dije a Oyola que no me puede gritar el gol en la cara, eso no se hace, ¿qué tienen contra Delfín?”. Esta frase de Jhon Chancellor, que la dice con bravura, levantando sus largos brazos y abriendo bien sus ojos, lo describe.
El defensor venezolano, de 1,98, que nació en Puerto Ordaz y creció jugando béisbol en Tumeremo, abrió las puertas de su casa a Diario EXTRA, para pasar juntos las 24 horas antes del Clásico del Astillero, cuando soñaban con ganar la etapa de forma anticipada. Allí contó que vive los días más importantes de su carrera como futbolista, en un club del que no conocía nada antes de llegar, pero que le ha brindado su primera experiencia internacional.
Sus amigos se rieron cuando les contó que iba a fichar por un club que se apoda ‘cetáceo’ y aún lo molestan cuando publica fotos con el escudo del Delfín. Él, con mucho orgullo y sentido de pertenencia, se siente parte de la ciudad. “Manta es mi ciudad, estoy muy feliz aquí”, afirma. Siempre trae a la conversación su temporada en el club, ya que vive días de ansiedad acumulada por querer ganar la etapa lo antes posible.
“Ahora nos conocen en muchas partes del mundo, esto que estamos haciendo es histórico. Todos quieren tumbar a Delfín y juegan muy bien cuando nos tienen en frente”, dice el defensor central, de 25 años, mientras bebe agua de coco en la playa El Murciélago, donde suele salir a caminar todos los lunes con María Laura Coelho, su novia.
Ambos llegaron al puerto manabita con mucha ilusión y viven en una villa pequeña donde el futbolista juega Playstation tras los entrenamientos. Después, suele salir al gimnasio por la tarde, o a pasear con su pareja, como lo hizo con EXTRA de testigo. La vida le ‘regaló’ a Laura, que no solo le da fuerza y cariño, sino que le ayuda con algunas cosas que no se le dan tan bien como el fútbol. “Por suerte la tengo a ella, porque no sé cocinar nada”, dice mientras se ríe como un niño que ve a su mamá.
“Un día llegué y lo vi comiendo cereal con leche condensada, porque no había encontrado la leche entera”, cuenta María Laura y Jhon sigue con su rostro infantil, al tiempo que da un sorbo a un café en el Mall del Pacífico, un centro comercial al que siempre salen ambos.
“Dejé todo y me vine con él”, dice ella, quien asegura que se pone helada en cada partido del central. “Estuve en el Monumental y no podía ver el partido. Estaba fría, a pesar de que estábamos a 30 grados”, recuerda de aquel duelo ante Barcelona, en el que Jhon también sintió la energía de la casa amarilla y estuvo conectado al sentimiento de su novia.
“Estaba con la piel de gallina también y les dije a todos cuando estábamos sobre el césped que ese estadio lleno era por nosotros”, relata Chancellor, quien rememora constantemente jugadas de la primera etapa.
“Hubo partidos bravísimos. Por ejemplo, Independiente nos bailó por un momento. La Universidad Católica también juega bien. Por cierto, qué bien por Arboleda que se fue al Sao Paulo, ese chamo sí que es bueno”, cuenta el ‘Piqué venezolano’, como lo suelen llamar.
Es muy futbolero, recuerda a muchos rivales y cuenta que sus jugadores favoritos son Jerome Boateng (Bayern Munich) y Leonardo Bonucci (Juventus).
Encariñado con Manta
Jhon se ha encariñado notablemente con Delfín y se entusiasma cuando ve por la calle a algún manabita con la camiseta del club. “Qué lindo cómo ha empezado a crecer esto, porque antes solo vendían adornos de Emelec y Barcelona. Ahora también hay cosas de Delfín y debe ser así”, dice con alegría.
Los habitantes del puerto lo reconocen en la calle y le agradecen por lo que ha hecho. Él nunca se niega a conversar de los partidos con cualquiera que se le acerque, porque es un tipo feliz, que disfruta de los mejores días de su carrera en una ciudad que lo acoge con sonrisas.
“Que ya se acabe esto, que ya termine la etapa”, repite con una expresión sincera. La de un muchacho de 25 años que también enfurece cuando recuerda a muchos periodistas decir que su equipo en “cualquier momento va a caer de las primeras posiciones”.
Sin embargo, todo lo que gira en torno al fútbol ecuatoriano a él lo motiva. “Acá se vive el fútbol con más entusiasmo que en mi país. Es sabroso jugar en canchas con estadios llenos, me siento en Europa”, comenta con la cara roja, acorde a su carácter fuerte y pasional.
A pesar de ese cariño, no esconde que acá busca “una buena vitrina para mostrarme y jugar copas internacionales”. Eso sí, asegura no tener ofertas aún, y afirma estar “enfocado en ganar la etapa con Delfín y luego veremos qué pasa”.
Jhon mira el reloj, de pronto, y recuerda que tiene una cita. Debe ir corriendo a la casa de Carlos Garcés, el goleador del equipo, para ver el Clásico del Astillero. Allí vibró con el gol de Preciado, pero Álvez los dejó sin fiesta. Hoy, solo piensa en devolver el cariño a Manta logrando el objetivo el domingo.
Un día en la vida del zaguero ‘cetáceo’
07:00 Desayuno. Leche con cereal, pastas, encebollado y el café son sus favoritos.
08:00 Entrenamiento. En Los Geranios, suele ser el más alegre y bromista.
11:00 Juego. Tras la práctica, jugó Play con su equipo favorito, el Bayern Munich.
14:00 Recuerdos. Los mejores son recortes de EXTRA, un adorno de Delfín y su bandera.
16:00 Paseo. Le gusta pasear en la playa con María Laura, con agua de coco.
17:00 Famoso. Las personas lo reconocen en la calle y le dan las gracias por su juego.
20:00 Amigos. Finalizó el día viendo el Clásico junto a Carlos Garcés y Luis Luna.