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Edgardo Bauza: su familia rompe el silencio sobre la lucha contra la demencia
Su esposa, Maritza Gallardo, relata cómo el DT campeón de la Libertadores con Liga de Quito vive en paz su enfermedad y recibe apoyo de su familia
En la cancha de la vida, Edgardo Bauza enfrenta un rival invisible, pero igual de exigente que cualquier adversario de un partido decisivo: la demencia frontotemporal. Patón, ídolo de Liga de Quito y uno de los entrenadores más reconocidos de Sudamérica, ha cambiado los gritos de la tribuna y la emoción de los estadios por la lucha diaria contra una enfermedad neurodegenerativa poco conocida.
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Rodeado de su familia, cada gesto, cada recuerdo y cada sonrisa se convierten en goles que marcan pequeñas victorias en este nuevo campo que no tiene árbitro ni tiempo suplementario.
Bauza, que llevó a los albos a ganar la Copa Libertadores 2008 y dejó huella en la selección de Argentina y en clubes como San Lorenzo y Rosario Central, atraviesa este proceso acompañado por su familia, liderada por su esposa Maritza Gallardo. En diálogo con EXTRA, ella relata cómo han llevado adelante esta batalla fuera del fútbol.
El diagnóstico, en 2021, fue un golpe inesperado. Bauza siempre llevó una vida sana: deportista, disciplinado en la alimentación y sin antecedentes familiares de enfermedades neurológicas. Sin embargo, pequeños olvidos y cambios de personalidad encendieron las alarmas. Al inicio, la familia pensó que se trataba de estrés, pero tras varios exámenes médicos, llegó la confirmación: demencia frontotemporal.
“Al principio fue un shock. Nunca piensas que una persona tan joven y saludable va a pasar por esto. Con los años uno pasa por distintas fases como cuidador: del desconcierto a la aceptación. Recién ahí entendí que era necesario hablarlo en voz alta”, confiesa Maritza Gallardo, esposa del Patón, quien agrega que él “nunca se dio cuenta que estaba enfermo”.
La familia, su gran pilar

La enfermedad, progresiva e irreversible, ha cambiado la vida del Patón y de quienes lo rodean. En casa, su rutina es tranquila y marcada por el acompañamiento constante. Su hijo menor, Nicolás, de 11 años, convive día a día con él, mientras que sus hijos mayores, desde la distancia, también se mantienen presentes.
“Edgardo ya no se comunica verbalmente, pero siempre está de buen humor. Vive en paz, y eso también nos da paz a nosotros. Lo importante es que recibe nuestro cariño todos los días”, señala Maritza.
Los homenajes recientes han sido momentos de gran carga emocional. En la Noche Blanca, Bauza volvió a pisar la cancha que tantas alegrías le dio, esta vez como protagonista de un homenaje conmovedor. Hinchas lo aplaudieron y exjugadores lo abrazaron. Aunque ya no pueda expresar con palabras lo que siente, su sonrisa durante esa jornada transmitió toda su emoción.
Otro reconocimiento especial se vivió en el Centro de Alto Rendimiento de Pomasqui, que ahora lleva su nombre. Para la familia, fue un símbolo de gratitud y un legado que permanecerá en la historia de Liga de Quito. “Fue un gran honor. Saber que cada vez que alguien vaya allá verá su nombre es muy emocionante. Es como mantener viva su huella en el club”, dice Maritza.
Hablar sobre la enfermedad
Los homenajes motivaron a Maritza a hacer pública la realidad de su esposo, conocida hasta entonces solo por sus seres cercanos. Tras la Noche Blanca, fue contactada por la Fundación Trascender con Amor, Servicio y Excelencia (TASE), que busca concienciar sobre enfermedades neurodegenerativas.
El documental ‘La cima de la vida - el valor de la memoria’ narra el día a día de Bauza y también ha servido como catarsis para Maritza, al revivir el proceso, recordar los inicios de la enfermedad y compartirlo con otros.
“Estas enfermedades son un estigma, y eso hace que los cuidadores se sientan solos. Por eso es tan importante hablarlo, buscar grupos de apoyo, compartir experiencias. Uno aprende mucho del día a día de otros cuidadores, incluso más que de los médicos”, reflexiona.
Aunque no se conoce la causa exacta de la enfermedad, la familia considera la hipótesis de los repetidos cabezazos durante su carrera como futbolista, aunque solo estudios post mortem podrían confirmarlo.
El legado glorioso del Patón

Más allá de la ciencia, lo que permanece es la huella imborrable de su trayectoria. Para Maritza y sus hijos, Bauza será recordado como un hombre apasionado, honesto y respetuoso. “El cariño de la gente se lo ganó él mismo. Siempre fue trabajador y amó lo que hacía. Tuvo la suerte de vivir del fútbol, primero como jugador y luego como entrenador. Ese será su gran legado”, asegura Maritza.
Mientras Bauza transita esta etapa rodeado de amor y cuidados, su historia inspira a miles de personas. Su lucha y la fortaleza de su familia invitan a reflexionar sobre la importancia del acompañamiento a quienes enfrentan enfermedades neurodegenerativas.
“Mi mensaje para otras familias es que no están solas. Busquen ayuda, hablen del tema, no se aíslen. Compartir el camino lo hace un poco más llevadero”, enfatiza Maritza, quien se ha convertido en la voz y guardiana de la memoria de Edgardo Bauza.
A romper estigmas
Cristina Calderón, presidenta de la Fundación TASE, resalta que el documental ayuda a visibilizar las enfermedades neurodegenerativas. Incluye además el testimonio del periodista Alfonso Lasso, quien habló sobre cómo sobrellevó el Alzheimer con su padre, el radiodifusor Pancho Moreno.
“En el documental nos hablaron con el corazón; su aporte ayuda a romper el estigma que tienen este tipo de enfermedades. El cuidador necesita un apoyo gigante para llevar el proceso de acompañar a su ser querido”, concluye Calderón.
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