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El amor por su familia lo empuja a ganar la Libertadores

David Centeno Pineda, Quito
Como si fuese un niño, Jefferson Orejuela, volante del Independiente del Valle, lleva en sus manos un pequeño envase de leche. Mientras camina, degusta su bebida favorita, la que marcó la infancia del futbolista, nacido en San Lorenzo, Esmeraldas.
Sus ojos se humedecen al recordar cuando su madre Tomasa Izquierdo hacía lo que estaba a su alcance para conseguir por lo menos un vaso de este lácteo para que él lo disfrutase.
Jefferson, en una charla en exclusiva para EXTRA cuenta cómo ese tipo de anécdotas de su madrecita le permitieron ser muy perseverante para conseguir sus sueños.
“Éramos muy humildes y mi mamá, con los trabajitos que hacía, buscaba la leche para consentirme. No solo a mí, sino a mis nueve hermanos. Ella siempre hacía lo imposible para tener lo que quería. Ya sea un balón, zapatos o la leche”, explica mientras bota en un basurero el envase de la bebida.
Amor por la familia
Orejuela es muy apegado a su familia. Siempre está en constante comunicación con sus seres queridos. Conversa con su padre, Pedro Orejuela, con su hermano Javier, quien juega en un equipo de segunda categoría en Manta. Él, junto a Jefferson, son los únicos futbolistas de la familia Orejuela Izquierdo.
Todo ese cariño trata de compartirlo también con su pequeña hija Oriana, a quien no ve hace mucho. “Cada vez que tengo ratos libres la voy a visitar, paso el mayor tiempo posible con mi hija”, señala el joven jugador, de 23 años.
El deportista inició su carrera futbolística en Esmeraldas, tierra a la que está muy apegado. Igual que con su familia, a la que recuerda con una sonrisa eterna. Sabe que, a pesar de estar distanciados, el apoyo que le dan a través de mensajes o llamadas telefónicas lo incentivan para ganar la Libertadores.
“Ellos son mi motivación diaria. Están pendientes de mi crecimiento... Por ellos logré cristalizar mi sueño de ser jugador profesional. Todo lo que consigo es dedicado para todos, ya que me alientan a seguir adelante y no rendirme”, detalla.
Pensaba en grande
El esmeraldeño es uno de los mayores referentes que tiene la escuela de fútbol Vilder Chávez, donde dio sus primeros pasos para llegar al fútbol profesional.
Su constancia y sus ganas por pelear cada balón como lo ha hecho en esta Copa, así como el coraje que desprende, le permitieron jugar dos años en el Caribe Junior, de Lago Agrio, equipo donde también estuvo Antonio Valencia. En este club obtuvo los campeonatos del 2012 y 2013, para luego llegar a disputar media temporada en el Norteamérica.
Orejuela jamás abandonó sus sueños como jugador. Pensaba en grande, puesto que deseaba enfrentar a las potencias del fútbol latinoamericano y mundial. “Uno veía a esos equipos en la televisión, los seguía y como futbolista anhelaba cosas grandes. Una de ellas era enfrentarlos y hoy se da esta oportunidad. El jueves tenemos un partido ante uno de esos gigantes, como Boca Juniors, que en lo personal me motiva mucho”, argumenta.
Más retos
Sus condiciones futbolísticas hicieron pensar que Jefferson estaría en la nómina de la selección ecuatoriana para disputar la pasada Copa América Centenario, pero ante la sorpresa de todos quedó fuera.
El volante no se desespera. Sabe que de a poco cumplirá sus sueños. Jugar en la Tricolor, ser campeón con el Independiente del Valle y estar en un equipo del exterior. Al parecer, todo está muy cerca, ya que luego de la participación en la Libertadores su futuro estaría en Alemania.
“Mi sueño es estar en el extranjero, pero todo se debe hacer con tranquilidad. No me desespero. Dejaré que todo llegue, ahora estoy enfocado en mi club, en trabajar y salir campeón”, finalizó.
El jugador se despide, ya que está atrasado al entrenamiento de su club. No quiere descuidar ningún detalle para el partido de este jueves ante Boca Juniors. Está mentalizado en hacer una buena semifinal, pues los ojos de todo el continente estarán sobre él y su equipo.