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El espíritu de Higuita anotó el gol

Pelos de punta, pitidos en los oídos y olor a pólvora. Mareas de personas saltando y botando en una coreografía perfecta, entonando numerosos cánticos que se perdían entre el bullicio. Tanto era el ruido en el Atanasio Girardot que resultaba complicado entender las letras. El sonido se incrustaba en los oídos y azotaba el pecho. Un ambiente único, que tiene su inicio en 1989 y un protagonista que fue ídolo de toda una generación, no solo de colombianos, sino de medio mundo futbolístico.
Los más jóvenes no se acordarán, pero había un arquero, René Higuita, que agarraba la pelota y se marchaba de todos. Que se reía de sus rivales, pero al que respetaban porque era único. Él, su espíritu y su fuerza estuvieron presentes ayer en el escenario de la gran final y no hubo duda de que eso impulsó al equipo y a la hinchada, que literalmente enloqueció cuando saltó a la cancha.
Su personalidad alocada ha sido recordada durante toda la semana en Medellín. Cuando lograron el título, hace ya 27 años, paseaba por las calles abrazando a todos, mientras sus compañeros ‘chupaban’, bailaban y molestaban en un autobús. Eso es lo que gusta y por eso su presencia dio ese plus a todos los colombianos y amilanó a los ecuatorianos.