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Felipe Caicedo: música, Año Nuevo, lonas y la peni. Expedientes Secretos EXTRA

Las cosas que pocos conocen de Felipe Caicedo, atacante del Lazio de Italia, contado por Jerson Ruiz.

Felipe Caicedo, ahora jugador del Lazio de Italia, se fue a los 16 años a jugar en Europa. Lleva 13 años por allá y todos sabemos que no le ha ido mal. Digamos que su esfuerzo ha rendido frutos.

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Nacido en la Unión de Bananeros del Guasmo sur, uno de los sectores más populares de Guayaquil, es de los jugadores al que los lujos, flashes y gruesas cuentas bancarias no le han hecho olvidar sus raíces. Para muestra, tres entregas.

La bulla del 31 de diciembre con la quema del Año Viejo

Los amigos del barrio que dejó y el uso de las lonas, aquellos zapatos económicos que a muchos nos salvaron de andar descalzos, jamás se le fueron de la mente a pesar de que ahora viste de Gucci, Prada, Dolce & Gabanna y otras marcas de ese corte.

Era un 31 de diciembre del 2012. Caicedo dejó la tranquilidad de su amplia casa en una de ciudadelas de la vía a Samborondón. ¿Por qué se iría del sosiego de su nuevo hogar? El sonido lo llamaba, ahí no se podía festejar ‘como Dios manda’ la llegada del nuevo año. Había que agradecer que la vida le sonreía y celebrar lo que estaba por venir.

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Él quería estar a full volumen, que el ritmo que salía de los parlantes se sintiese hasta en los huesos, que la buena salsa moviera hasta las paredes. No hay duda de que el irse tan pelado hizo que extrañe esa manera de festejar el 31. Aquel día prefirió pasarlo en la casa de su madre la mayor parte de la noche, la buena fiesta de fin de año era el mejor pretexto para estar en su zona. Con los parlantes afuera, a todo volumen, algo imposible de hacer en Samborondón. En las calles, con su gente.

Y de los amigos del barrio uno no se olvida. Es por eso que, hasta hace años atrás, llegaba cargado de regalos para festejar la Navidad.

Varios diciembres llegó solo a mirar cómo los pequeños disfrutaban de la llegada de Papá Noel y luego se iba a Europa.

Las lonas queridas

“Quiero ponerme las lonas e ir a donde las papas queman. Tengo ese sueño, lo quiero hacer realidad. Vamos para que juegues en mi equipo, quiero jugar la Penichampions”. Era Felipe Caicedo y me llamaba para hacerme ese pedido.

Era la madrugada de diciembre del 2012, Caicedo jugaba en Rusia y había leído en EXTRA que se jugaba la Penichampions, un torneo de internos de la Penintenciaria del Litoral, ubicada al norte de Guayaquil.

A las 10:00 del 29 de diciembre del 2012, Felipe Caicedo que en ese año jugaba en el Lokomotiv de Moscú, había gastado 4 dólares en la compra de los zapatos deportivos del pueblo. Dejaba por unos momentos aquellos hechos a medida de la marca de fama mundial para volver a esos con los que aprendió a patear un balón.

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Pero no solo iba a la Penitenciaria a jugar con las personas privadas de la libertad, también llegaron dos camiones que contenían 50 quintales de arroz, 280 pollos, cajas de aceite y más regalos.

Los internos no lo creían. El fornido futbolista, aquel que habían visto en TV, ídolo para muchos, estaba con ellos para jugar y hasta llevó buena música salsa.

Son los golazos de Felipao, eso que Felipe Caicedo anotó fuera de la cancha, aquellos que nadie me contó, los viví. El viernes vuelvo con más de Expedientes Secretos Extra.