Manabitas nos representan en mundial de fútbol playa

Su nombre está escrito en la historia del fútbol playa a nivel mundial. Cristian Gallegos fue autor de uno de los tres goles que anotó nuestra selección ante Argentina para lograr el billete al Mundial, inicia el 27 de abril en Bahamas frente a Senegal. Es decir, gracias a él, nuestros muchachos disfrutan ahora de la arena blanca, el agua cálida y un país volcado a este deporte.

Gallegos, de 31 años, atendió a EXTRA poco antes de partir al Mundial, bajo un calcinante sol manaba. Allá, narró cómo su sueño se está convirtiendo en realidad. Del barrio La Dolorosa, de Manta, e hincha del Delfín, ahora trabaja para dar la talla entre los mejores del mundo del fútbol sobre arena.

Sol y más sol. Los entrenamientos del fútbol playa son sacrificados al máximo.

Sí, pero nos gusta a todos. En mi caso, me sirvió para cumplir el sueño de estar en un Mundial y eso supera a todo. Claro que es un sacrificio, porque el fútbol playa no es profesional, y muchas veces uno deja de hacer cosas con la familia por estar en los entrenamientos, sobre todo en los momentos especiales.

A pesar de la falta de apoyos económico, todos están orgullosos de este deporte.

Es cierto, todos los que estamos en esto lo hacemos con el corazón, y no hay apoyos. Pero el hecho de representar al país en un Mundial nos llena de orgullo.

¿Podemos decir que es por amor a la patria?

Claro. Cuando clasificamos al Mundial nos dieron un incentivo, y pensábamos que sería algo más. Ojalá nos apoyen ahora.

¿Y cómo se mantiene el goleador que consiguió el billete a Bahamas?

Gracias a Dios tengo un negocio, una casa deportiva donde confeccionamos uniformes. A veces me toca dejar este trabajo por el entrenamiento.

¿Cuándo y cómo se perfiló hacia el fútbol playa?

Desde el 2009, el profesor Alcides de Oliveira me vio jugar en un torneo playero y me convocó a una preselección, y desde ese tiempo estoy aquí. Dios sabe cómo hace las cosas. Antes jugué fútbol 11 en Delfín, donde llegué hasta la sub-20, luego en Manta y una pasantía en El Nacional. Después hice el servicio militar y al regreso me dediqué a mi trabajo.

¿Siempre lo hiciste soñando con jugar un Mundial?

Desde que comencé a jugar fútbol playa sabía que podíamos llegar. Se nos fue de las manos dos veces, pero ahora lo logramos. El estar en Bahamas es algo increíble, una responsabilidad grande. No vamos a participar, sino a competir.

Aquí no se gana dinero, pero se defiende al país.

Eso es lo lindo, es muy grato vestir la camiseta del Ecuador. Y que sea un año después del terremoto en nuestra ciudad es más bonito aún. Cuando salía a la cancha en el Sudamericano de Paraguay nos acordábamos de lo que había pasado.

Quedará su nombre registrado como mundialista.

Es algo para la historia, para contarle a nuestros hijos. Eso es lo más grande que uno puede tener a nivel deportivo.

¿Y para quién va el Mundial?

Para mi familia y para el país. Tengo dos niños, Stefani, de siete años, y Cristian, de tres. Ellos son mi motivación. Siempre están pendientes de lo que hago con la selección.

Eres de los que alza las manos para orar a la hora de entrar y salir de la cancha

Mis padres me inculcaron ser agradecido con Dios y siempre le pido que me cuide de las lesiones.