Gustavo Alfaro habló y no se guardó nada. El técnico argentino, hoy al mando de Paraguay y con la memoria fresca de lo vivido en Ecuador, soltó verdades que pesaron más que cualquier táctica previa al duelo por la fecha 17 de las Eliminatorias. El mismo hombre que llevó a la Tri a Qatar 2022, ahora regresa al frente de la Albirroja, con heridas que todavía no cicatrizan.

“Que se entienda bien lo que voy a decir: me hizo daño, me rompió el caparazón de protección que yo tenía”, confesó Alfaro, al recordar su abrupta salida de Ecuador. 

Heridas que le duelen a Gustavo Alfaro

No hubo disfraces en sus palabras. Lo dijo con el alma rota, con la sinceridad de quien carga en silencio once meses de duelo. “Las ingratitudes pegan fuerte. Tener que irnos de un lugar, como me tuve que ir de Ecuador, porque no nos cumplieron, me dolió. Un duelo de 11 meses y tener que ser valiente para callarse la boca y no decir nada, es para asuntar todo por adentro”.

El reencuentro con la Tri lo enfrenta a sentimientos cruzados: “Siempre va a ser difícil para mí, pero les queremos ganar. Pero eso no quita en lo absoluto el sentimiento que tengo por ellos y por el país, que me dio una demostración de cariño y amor tan grande, que yo no sé si merezco tanto”.

Hoy, su corazón late al ritmo de Paraguay. Alfaro lo sabe: la historia lo espera. “Es un partido que va a definir el destino de una selección que está esperando hace 16 años clasificar a una Copa del Mundo. Ojalá pudiéramos conseguir el resultado”. 

Y elevó la voz, con fe en sus dirigidos: “No va a haber un jugador de Paraguay que no va a ir disputar una pelota como si fuese la pelota más importante del destino de sus vidas”.

El Defensores del Chaco arderá. Paraguay llega con 24 puntos y la ilusión intacta: puede sellar boleto con una victoria, un empate o incluso con una derrota, si Venezuela cae en Buenos Aires ante Argentina. Alfaro lo sabe: más que un partido, es la reconciliación de un país con su historia futbolera.

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