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Diario Extra Ecuador
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Los ídolos no dejan de serlo por un mero resultado. Tampoco los héroes, y mucho menos unos que han levantado la moral de un país y que han emocionado a todos con su fútbol. Y pueden llorar, claro que sí, porque lo importante será ver cómo este elenco se levanta, porque Independiente aún tiene mucho que decir.

El golpe de caer en la final y por la mínima es muy duro, pero la realidad es que Atlético Nacional mereció más. Fue justo vencedor y se quedó con la Copa Libertadores y el sueño de todo Ecuador gracias a un tempranero tanto de Miguel Borja, un hombre que llegó hace un mes al equipo y que ya es leyenda.

No podremos tener en nuestras vitrinas la segunda Copa Libertadores, pero Independiente es un club con una estructura sólida, con unos valores asentados y unas formativas ilusionantes. Ahora es momento de lamerse las heridas, de asimilar esta derrota y de reconstruir. La buena noticia es que ya se conoce el camino correcto, aunque sea muy complicado.

Además, el orgullo de este equipo es el de nunca rendirse. Lo ha demostrado en esta Copa, remontando en las dos últimas eliminatorias, y lo demostró ayer. Entre una locura de hinchada y con unos cánticos que dolían en los oídos, este equipo resistió con vida hasta el último segundo. Pero esta vez no llegó el milagro y tocó llorar.

DE MENOS A MÁS

Como en los últimos encuentros de esta Copa, Independiente no entró bien al partido. Saltó descentrado, algo acomplejado ante la magnitud de lo que se le venía. Es algo lógico, teniendo en cuenta que esta ha sido solo su tercera participación en la máxima competición continental.

Y ante un equipo como este, si no estás concentrado, te arriesgas a salir goleado. Los hombres de Reinaldo Rueda tienen claro sus conceptos y lo demostraron en una primera media hora en la que avasallaron el área rayada.

Luego, Independiente se fue soltando, con el paso de los minutos, y apareció el fútbol que todos queremos ver. Con Rizotto siendo protagonista por jugar con balón, y no por cortar con faltas los ataques rivales.

Pero ayer faltó Sornoza, que estuvo desaparecido, y José Angulo, que ni mucho menos llegó en buenas condiciones. No chocó, no presionó, y se mantuvo en una isla por si su calidad aparecía en una acción puntual. Pudo conseguirlo al final del primer acto, pero su volea, precisamente con la pierna izquierda, se fue levemente desviada.

La segunda mitad mejoró el fútbol rayado, con Uchuari siendo importante entre líneas. Pero lo cierto es que, entre tanto, Azcona realizó dos atajadas de héroe a sendos disparos de Berrío, y Borja desperdició dos mano a mano. Por el contrario, Armani, el arquero ‘verdolaga’, no tuvo que intervenir en todo el cotejo.

Hubo un penalti no pitado al propio Uchuari y algún tímido intento, sobre todo al primer miuto de la reanudación, pero la pelota se perdió en una marea de rechazos y piernas. Nada se pudo hacer, a pesar de la actitud encomiable de este plantel. Ayer no fueron mejores y la Copa se quedó en Colombia. Es duro, pero piensen en todo lo bonito que han vivido hasta ahora gracias a esta generación de jugadores. Gracias Independiente, recuerden que los héroes también lloran.

La despedida más amarga

Cuando sonó el pitazo final, Uchuari cayó al suelo. Derrotado. Como él, la mayoría de sus compañeros quedaron muy tocados tras quedarse a un paso de la gloria. José Angulo caminó como perdido, mientras Luis Caicedo rompió a llorar.

Ni siquiera el apoyo de sus compañeros. O el de Junior Sornoza, que animó uno por uno a los futbolistas con los que comparte el día a día, y abrazó al ‘Cunti’ Caicedo, quien se tapó con la camiseta para no mostrar la cara más amarga del fútbol.

La premiación, ese castigo interminable para el perdedor, al menos terminó pronto. Un rápido paso para recibir sus medallas y poco más. Independiente no se quedó a presenciar el momento en el que los colombianos levantaron la Copa, quizá demasiado dolidos para asimilarlo.

Se refugiaron en el camerino, en la calma. Allá, a buen seguro lloraron todos, abrazados y despidiéndose muchos de ellos. Muchos se irán, pero su historia con Independiente quedará siempre en su recuerdo y en el de todo Ecuador.

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