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Nervios, gritos y sufrimiento desde el borde de la cancha

Eran más de las 19:10 e Independiente del Valle salió a calentar. Estaban a centímetros de nosotros, del lado sur de la cancha del estadio Olímpico Atahualpa. En el norte estaba Atlético Nacional. Esta final de ida de la Copa Libertadores parecía jornada de eliminatorias, como si Bolivia fuera el rival, debido al color verde de las camisetas de la hinchada visitante.
Mario Rizotto era quien llevaba la voz de mando: “¡Vamos, es duro, pero vamos!”. Mientras a un costado, usando una chompa estaba Gabriel Cortez, mirando a la tribuna.
Quince minutos después, el equipo entró al camerino. Desde las gradas se escuchaba el primer gran: “¡Vamos Independiente!”.
Los equipos salieron por la parte central y por los costados, los directores técnicos. Pablo Repetto había elegido un atuendo como de película: jean negro, camisa blanca, bufanda y chaqueta negra. Reinaldo Rueda optó por algo más elegante, uno de sus ternos favoritos. Los integrantes de Independiente lo saludaron, al igual que a varios periodistas.