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Pasaron de la emoción a la rabia

Redacción Quito
La tristeza embargaba a Ramiro Gordón. Sus arrugados ojos empezaron a humedecerse, ya que luego de cuatro años y treinta días daba un paso al costado de la administración del equipo de sus amores. Caminaba por las gradas, las muestras de cariño eran enormes. Ningún hincha de la ‘vieja guardia’ quería dejar de mostrar su afecto con alguna frase, un obsequio o un simple estrechón de manos.
Gordón trató de contener las lágrimas, ya que la ‘Caldera del Sur’ estaba de fiesta. “He cumplido con mi equipo y creo que es tiempo de alejarme un poco del club”, expresaba con un ‘nudo en la garganta’.
Linda fiesta
La fanaticada del equipo más popular de la ciudad cumplió uno de sus sueños más anhelados por décadas. Tener un estadio totalmente pintado, con torres de iluminación y un marcador electrónico. Tocó derrota para el debut, y aunque hubo enfados, primó una fiesta que comenzó desde temprano. Lógico con la gran obra gestionada por Gordón junto a la alcaldía.
Vicente Betancourt es uno de los seguidores ‘orientales’ más antiguos del equipo. Con su infaltable corneta, creada por él, estuvo en las alegrías y tristezas de su equipo.
Pero esta vez era algo diferente y es por eso que su instrumento lo colocó en un carro de madera, el cual también inauguró sus pequeñas luces. “Sigo al equipo desde cuando jugaba en el estadio del Arbolito (1932) y mirar este acontecimiento histórico me llena de mucha satisfacción y emoción”, comentaba este fanático, de 69 años, quien llegó acompañado de su esposa.