Desde las canchas de tierra de Quinindé, en la provincia de Esmeraldas, hasta los reflectores del Parque de los Príncipes en París, la carrera de Willian Pacho es una historia de perseverancia, talento y crecimiento continuo. Nacido el 21 de octubre del 2001, este zaguero central ecuatoriano comenzó su camino en el fútbol en las divisiones inferiores de Independiente del Valle. Ahora jugará la final de la Champions.

Pacho se formó bajo el riguroso y visionario modelo de Independiente del Valle, donde no solo desarrolló su talento defensivo, sino también una mentalidad profesional que le abriría las puertas del fútbol internacional.

En 2022, dio su primer salto al Viejo Continente al fichar por el Royal Antwerp de Bélgica. Allí, rápidamente se destacó como un defensor sobrio, con buena salida de balón y una lectura táctica que lo hizo destacar en la liga belga. Su rendimiento llamó la atención de clubes más grandes, y no tardó en dar un nuevo paso: la Bundesliga.

Eintracht Frankfurt se convirtió en su siguiente destino. En el competitivo fútbol alemán, Pacho siguió creciendo y ganándose un lugar entre los titulares. Su evolución no pasó desapercibida, y en 2024 llegó el gran salto: el Paris Saint-Germain se hizo con sus servicios para reforzar su defensa.

Actualmente, Willian Pacho es una pieza clave en el equipo parisino, titular indiscutible en el corazón de la zaga. Con el PSG, ha demostrado que su perfil encaja perfectamente en la élite del fútbol mundial, y su liderazgo lo ha llevado a disputar uno de los partidos más importantes de su carrera: el próximo 31 de mayo será titular en la final de la UEFA Champions League ante el Inter de Milán.

Con este logro, Pacho se convierte en el segundo ecuatoriano en disputar una final de Champions, siguiendo los pasos de Antonio Valencia, quien lo hiciera en 2011 con el Manchester United. Además, su presencia como titular en la selección ecuatoriana reafirma su condición de referente de una nueva camada de talentos que ilusionan a todo un país.

Willian Pacho es hoy símbolo de esfuerzo, proyección y orgullo nacional. Su historia aún se escribe, pero ya es parte del selecto grupo de ecuatorianos que han dejado huella en el fútbol mundial. ¿La próxima página? Podría ser levantar la “Orejona” en Wembley.

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