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Ecuador

Luces misteriosas en la Cueva de los Tayos: el impactante relato de un guía turístico
Una expedición turística se convirtió en un suceso paranormal: luces flotantes fueron grabadas en uno de los puntos más profundos de la cueva
Bajo la densa sombra de la selva amazónica, donde la humedad parece habitar en cada hoja y el silencio se interrumpe por el zumbido de los insectos, hay un lugar enigmático: la cueva de los Tayos, en la provincia de Morona Santiago.
Un descenso al corazón de la Amazonía ecuatoriana
Carlos Núnez lo sabe. Guía turístico desde hace una década, ha descendido ocho veces a esta caverna. Pero asegura que nada se compara con lo que vivió en agosto de 2024.
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“Vi luces. No una ni dos, sino muchas. Se movían como ciempiés y atravesaban las paredes sin ningún problema”, dice aún con asombro.

La Playa: el sector más remoto y desafiante de los Tayos
Todo ocurrió durante una expedición de dos días junto a siete turistas. El objetivo era llegar a la Playa, un recóndito sector de la cueva que se revela tras sortear las galerías: el Arco de Móricz, el Anfiteatro, la Catedral, la Roca del Rey León, la Puerta del Diablo.
Además, para llegar hay que partir desde Yukiantza, caminar 10 kilómetros de selva y descender por la Chimenea: un túnel vertical de unos 70 metros que se conquista en rapel, a 800 metros del río Coangos.

“La oscuridad es total. No hay margen para el error, porque las personas se pueden perder entre los angostos túneles. Para llegar a la Playa hay que realizar rapel por muchos túneles que solo son para personas delgadas. Es un recorrido de unas seis horas”, relata.
Luces que atraviesan paredes y cámaras: ¿ilusión o evidencia?
Fue allí donde comenzaron los fenómenos. Al revisar las fotos que había tomado, Núnez notó luces flotando a su alrededor. En los videos, se movían en espiral, a una velocidad que no podía seguir.
Decidió grabar más. “Una luz cruzó directamente el lente. Lo atravesó. Como si yo no estuviera ahí. Sentí que me atravesaba algo”, asevera.
Luego, esas luces se deslizaban sobre su carpa, se presentaban al cerrar los ojos y desaparecían al abrirlos. “Cada una parecía tener su propio pensamiento, su propia intención, porque se movían en diferentes direcciones”.
Un fenómeno que dejó secuelas mentales en el guía
Al salir de la cueva, algo había cambiado. Núnez no durmió por tres días. “Era como si la cueva se hubiese metido en mi cabeza, como si algo allá abajo me hubiese marcado. Solo podía pensar en esas luces”.

La conexión con Juan Móricz y su biblioteca metálica
No es el primero en hablar de lo inexplicable en los Tayos. En 1969 el explorador Juan Móricz aseguró haber hallado una biblioteca metálica de origen no humano.
Incluso los shuar arutam, guardianes del territorio, admiten que no conocen todos los secretos que esconde la cueva. Estudios del Instituto Panamericano estiman que el sistema subterráneo podría extenderse más de 17,9 kilómetros.
“Las luces son los guardianes del lugar”
Mickey Dávila explica que las luces que aparecen en la cueva de los Tayos no son simples fenómenos visuales. “No es casualidad que se encuentren con esas luces, porque son los guardianes del lugar. Ellos cuidan y vigilan quiénes entran”.
Para Dávila, esta caverna encierra más que formaciones geológicas. “Este lugar concentra una gran energía, por eso hay actividad paranormal”, argumenta.
Aclara que no todos pueden presenciar estos eventos. “Son seres de energía, por eso buscan a personas con las que comparten esa misma frecuencia. Incluso, esas personas, cuando ingresan a lugares enigmáticos, experimentan visiones, ven hologramas”, afirma.