La inseguridad acecha a diario a los transportistas que circulan por la vía Milagro–Virgen de Fátima, conocida popularmente como vía Milagro–Kilómetro 26. Conductores y pasajeros viven con zozobra debido a los constantes asaltos registrados en esta carretera, donde incluso existen grabaciones de distintas cooperativas de transporte que evidencian los ataques.

Los hechos no son aislados. De acuerdo con testimonios de los afectados, los delincuentes suelen abordar las unidades en sectores como Chimbo, El Deseo, el peaje y otros puntos intermedios de la ruta. Una vez dentro, intimidan a los ocupantes y despojan a las víctimas de sus pertenencias. “Se suben de manera aleatoria, dispersados, y causan zozobra a los usuarios que viajan en esta vía”, relató bajo reserva uno de los perjudicados.

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La preocupación se extiende entre transportistas y pasajeros, quienes temen que la situación empeore. Anhelan mayores controles de las autoridades, pues aseguran que los robos ya se han vuelto habituales. El temor se mezcla con resignación: la mayoría evita denunciar por miedo a represalias o porque sienten que sus reclamos no son atendidos.

Operativos visibles no bastan, señala experto

El experto en seguridad Kléber Carrión explicó que las estrategias actuales no están dando resultados. Según dijo, los operativos policiales que se realizan en la zona son previsibles y terminan siendo ineficaces. “Estos operativos visibles, que todos pueden observar, tienen un efecto meramente disuasivo. Mientras la Policía está presente, los delincuentes no actúan; pero cuando se van, ellos operan con normalidad”, señaló.

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Carrión considera que para contrarrestar a los infractores es necesario aplicar medidas más firmes, como operativos encubiertos dentro de los propios vehículos de transporte. “Lo que debe hacerse son operaciones con agentes de civil, infiltrados en los buses, armados y listos para neutralizar en igualdad de condiciones a los delincuentes”, puntualizó.

Zona del peaje de Milagro

Derechos humanos y... ¿limitaciones?

El especialista también señaló que cada vez que se plantea una respuesta más contundente, surgen objeciones por parte de sectores que invocan la defensa de los derechos humanos. “Cuando se habla de este tipo de operativos, saltan primero los derechos humanos. Pero la realidad es que los ciudadanos estamos expuestos mientras los delincuentes actúan con libertad”, sostuvo.

De acuerdo con su visión, una acción encubierta permitiría que los infractores perciban que entre los pasajeros podrían encontrarse agentes estatales. “Eso generaría una precaución y comenzaría a disuadir esta forma de delinquir”, explicó Carrión, quien añadió que mantener únicamente los patrullajes tradicionales deja a la población civil en una situación de vulnerabilidad.

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