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Diario Extra Ecuador

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¡Escribe cartas a su padre asesinado!

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Redacción Quito
Sabe que su papá se fue para siempre, pero aún se aferra a su recuerdo. Así que antes de marcharse a clase,  ‘Lorena’, de ocho años, junta las manos y, mirando al infinito, le pide una bendición para el nuevo día que comienza. “Me voy a la escuela, papito. Bendíceme desde el cielo”, afirma en voz alta poco antes de bajarse de la silla que utiliza para alcanzar un altar adornado con imágenes de su progenitor, José Toaquiza.
Toaquiza fue asesinado de seis puñaladas el 8 de marzo de 2015 en el barrio Buenaventura, al sur de la capital quiteña. Desde entonces, ‘Lorena’ le escribe cartas para que las imágenes que conserva de él no se difuminen con el paso del tiempo.
“Feliz San Valentín, papi José. Buenos días, papi. Te amo, te quiero mucho, papi. Toda nuestra familia te extraña mucho, yo y mis hermanos y tu mamita Rosa. Nunca te olvidaremos. Quiero hacerte muy feliz. Tus lágrimas salen de tu corazón; tus alas, de mi corazón; y mis palabras, de mi boca. Te amo mucho papito”, reza una de las misivas, escrita en un papel azulado y decorada con dibujos de algunos parientes, del propio fallecido y de un corazón.
Algo desubicada, la niña parece regresar a la realidad y, en ese momento, se acuerda de que no se ha puesto sus zapatos de tela blancos. Así que tras calzárselos, carga la mochila sobre su hombro derecho, se despide de sus abuelos y se dirige a la escuela.

AL CUIDADO DE LOS NIÑOS
‘Lorena’ es la segunda de los cuatro hijos que dejó Toaquiza en la orfandad. Los padres del  asesinado se hicieron cargo de tres de ellos, mientras el cuarto está con su madre, a quien perdieron “la pista”. Creen que vive “en alguna ciudad de la Amazonía”.
El abuelo de la pequeña, también llamado José, trata de contener sus lágrimas hasta que su nieta deja la casa. Pero se derrumba en cuanto ‘Lorena’ cierra la puerta.
“Mi hijo trabajaba como albañil en Coca-Codo Sinclair. Estuvo seis meses y, cada 21 días, venía del Chaco hacia acá”, rememora apesadumbrado este hombre de 65 años.
Todavía conserva, como si se tratara de un tesoro, los documentos del proceso judicial iniciado tras el crimen. Sus manos tiemblan al recorrer los papeles que se amontonan en las carpetas, todas ellas de llamativos colores. Entre los extractos de audiencias y testimonios se encuentran las fotos del cadáver ensangrentado que fue descubierto en plena calle.

DOLOR DE MADRE
El mismo pesar quiebra a María Rosa Vega, madre de ‘Pepe’, como ella lo llamaba. La mujer mira el altar y rompe a llorar cuando se refiere al día de la tragedia.
“Nadie me decía nada de lo que le había ocurrido a mi hijo. Cuando estuve en la morgue, recién allí me comentaron lo que le había pasado”, relata deshecha.
El único consuelo que le queda es contemplar las imágenes que conserva de él en vida y visitar sus restos en el cementerio de vez en cuando.
Junto al sepulcro y unas flores secas pueden verse las tarjetas que ‘Lorena’ deja cuando acude donde su “papito José”. Pero para pesar de los tutores de la niña, a veces, de manera accidental, botan a la basura las cartas. El motivo: que ninguno de ellos sabe leer ni escribir.     (MAG)

Seis puñaladas
El 8 de marzo de 2015, José Toaquiza salió de trabajar y se dirigió a casa de su madre, según indicó su hermana Ángela. Pero José no sabía que la mayoría de sus parientes se habían ido a El Quinche para asistir a una misa.
Así que al no ver a nadie en la vivienda dejó la mochila y se dirigió al domicilio de Ángela. Al parecer, durante el trayecto unos sujetos que estaban bebiendo presuntamente quisieron arrebatarle el dinero.
Tras negarse, lo sometieron y le dieron seis puñaladas en la espalda y el cuello que le causaron la muerte.

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