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¡Espíritus se fueron al infierno!

Germania Salazar, Guayaquil
“¡Suéltala demonio! Estás debilitado. En el nombre de Jesús”, dice el pastor Límber Vásquez con las manos sobre la cabeza de Anahí. En el nombre de Jesús te pido que sueltes sus labios”, replica. “¿Cómo te llamas?”, pregunta el evangelista. En ese instante la joven responde con una voz gruesa: “Soy Satanás...”. Así de esta forma empezó la liberación demoniaca en el interior de la vivienda de cemento donde varios entes, entre estos un par de espíritus que dicen ser los verdaderos padres de la chica.
“Vamos hija, repite”, dice el evangelista. Anahí sentada en su cama, lo hace con esfuerzo, inclusive a veces se queda callada.
“No tengas miedo”, insiste el varón, pero la joven con señas le dice que no puede hablar, porque siente que le aprietan la garganta”, “¡Vete demonio”, dice el pastor, pero en ese instante abre su boca y deja escapar un grito infernal. Intenta soltarse de los tres hombres que la sostienen; los dos cristianos y su padre adoptivo.
Con desesperación trata de morder las manos de quienes realizan la liberación. “¡Grita demonio”, dice Vásquez con la frente bañada en sudor.
De la garganta de la muchacha se escapan chillidos como de cerdos, pero luego de varios minutos de intensa lucha espiritual cae tendida sobre la cama; la Biblia está a un costado. Vásquez agarra el tarro de aceite ungido que llevó Felipe Rivas, otro evangelista, y echa el líquido sobre la cabeza de la supuesta poseída. También lo unta en las paredes de toda la vivienda. “Nunca más volverán estos demonios, todos se fueron al infierno”, afirma convencido. Anahí acostada en la cama se agarra la garganta y hace un gesto de dolor. Mira hacia los lados y dice que los espíritus se han ido.
El pastor no tiene duda de que los entes se han marchado, porque, según su creencia, ningún demonio soporta escuchar el nombre de Jesús.
SE QUEMARON
Con un nuevo semblante la joven de fe católica se sienta y testifica lo que sintió durante la liberación espiritual. “Sentí que los espíritus se quemaban y que no se querían ir al lugar de donde salieron. Vi como varias veces se agarraron de mi cuerpo. Me pidieron que mordiera al pastor para que no siguiera orando”, cuenta serena.
Vásquez, luego de escuchar el testimonio de la liberada, pide por última vez que repita varias frases: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Señor Jesús, en esta mañana te acepto como mi salvador, tu sangre preciosa me está limpiando. Renuncio en tu nombre a toda maldición”. Anahí lo hace sin dificultad.
“Se trató de una posesión demoniaca, solo poseyeron las emociones de la joven, pero no su mente”, manifiesta Vásquez, quien está empapado en sudor.
Vásquez fue un policía escéptico a los hechos paranormales, pero cambió su manera de pensar luego que junto a su esposa experimentara un hecho sobrenatural en su propia casa. Allí se metió un duende que lanzaba cuchillos, platos y objetos. Aterrado buscó ayuda cristiana, porque el pequeño ente tenía alarmada a la barriada. Tanto que la gente se volcaba frente a su hogar para presenciar el misterio de cerca. El caso fue publicado en varios medios de comunicación. Hoy, Vásquez es un pastor que predica la palabra de Dios. Han pasado varios días de la liberación y María, la madre de Anahí, asegura que su hija está muy bien y que ya no presenta los signos de la posesión.
Oraciones contra las posesiones
Con el poder de la sangre de nuestro Señor Jesucristo, ato y amordazo todos los espíritus malignos que están escuchándonos y junto a nosotros, y los envío a los pies de Jesucristo el Señor, para que él los envíe a su lugar y no regresen más.
Espíritu Santo, que la sangre de Cristo ate a los espíritus malignos que me escuchan y me molestan, los mande a los pies de María, la Virgen, para que ella los mande al lugar que les corresponde estar, y que dejen de aparecerse o molestarme. Si piensan en volver a molestarme, Espíritu Santo átalos otra vez con la sangre preciosa de Cristo y mándalos a los pies de María para que ella los mande a donde les corresponda estar.
Espíritu Santo, ata con la sangre de Cristo a todos los espíritus malignos que me molestan o me estén escuchando, lánzalos a los pies de Jesús y que él los mande a donde les corresponda estar. Si piensan volver a mí, Espíritu Santo, átalos con la sangre de Cristo y que no regresen más.