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¡Gracias Pachamama por la comidita!

En principio de la cultura andina es agradecer a la Pachamama por los productos que brinda al ser humano. Por eso, la Corporación de Granos Andinos ‘Corpuruha’ realizó el miércoles pasado una ceremonia ancestral en la comunidad de San Francisco de Bishud, en la parroquia Palmira, del cantón Guamote, en Chimborazo.
Este año, la cosecha de cebada, uno de los principales alimentos de la comunidad, ha sido buena. “Hay que pedir y agradecer siempre a la Pachamama. Este año tenemos producto como para 8 meses y es muy bueno, todos los granos nos han dado y así vivimos bien. Comiendo chapito (mezcla de máchica con una infusión), hay compañeros que han llegado hasta los 120 años”, aseguró Pedro Cuñas.
Antes de empezar con el rito, el presidente de la corporación, Andrés Daquilema, dio la bienvenida a los asistentes. “Estamos en la fiesta del Inti Raymi o fiesta de la cosecha, y es nuestro deber dar gracias al Taita Inti y a la Pachamama por todo lo que nos brinda para nuestra supervivencia”, dijo.
Solo entonces, Pedro arrancó sonidos a la bocina, instrumento elaborado con cacho de toro, para que los 500 comuneros se agruparan y se alistaran para la minga.
La ceremonia se inició con el ritual de limpieza y purificación presidido por Manuel Marcatoma, yachak por 36 años, quien explicó que el cerro Pullan donde se encontraban era sagrado y que para el rito se había escogido un lugar junto a la cebada que estaba lista para ser recolectada.
Se dibujó un círculo con piedras azules que representaba el agua, junto con frutos como naranjas y guineos. En el centro, dispusieron piedras de color amarillo para simbolizar al Taita Inti (Sol) y encendieron fuego, requisito indispensable para la purificación. A un lado, colocaron una muestra de los granos cosechados.
LA LIMPIA
Luego de agradecer al Sol y a la Pachamama, los líderes de la comuna pasaron uno por uno; primero se realizó la limpia con hierbas y brebajes, luego fueron purificados con el humo de la quema de hojarasca. Todo esto, expuso Marcatoma, es parte de la sabiduría andina y sirve para duplicar la cosecha del próximo año.
El mayordomo, a lomo de caballo, puso en fila a los campesinos, quienes con hoz en mano empezaron el corte mientras entonaban el Jahuay, el canto ritual de la cosecha Puruhá y que en esta lengua significa “¡adelante!”.
Atrás iba la chaladora, una indígena que recogía la cebada cortada y las juntaba en parvas. Una vez que termina el corte y la recolección, el cereal es trillado. Los ancestros de estos comuneros lo hacían manualmente golpeando el grano seco, pero en la actualidad, ya cuentan con maquinaria que hace más fácil este trabajo.