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¡La ‘joya’ ecuatoriana que conquistó Nueva York!

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  Carola Cáceres, Nueva York Las barreras lingüística y cultural no fueron un obstáculo para ella. La azuaya Blanca Zañhay, que aún conserva su lado más coqueto y prefiere no decir su edad, logró conquistar tierras norteamericanas.  Pese a que ya no es la joven que migró a los Estados Unidos hace dos décadas, conserva intactas sus ganas de aprender. Ese ávido deseo de superación la llevó a convertirse en ingeniera comercial, a establecer su propio negocio y a dominar siete idiomas, que le permiten relacionarse con la amplia variedad de clientes, que día tras día, desfilan por su local en busca de una joya tallada a mano en Ecuador o alguna importada desde Italia y China. Hace unas semanas, por recomendación de sus amigas, decidió representar a su país en un concurso de belleza para adultas. Su gracia sobre el escenario, refrendada al ritmo de la ‘Chola cuencana’, la llevó a obtener el título de Señora Turismo Internacional 2016. Además, hace pocos días se graduó de artesana (orfebre) por práctica profesional. Blanquita, como la llaman en su entorno, reside en Nueva York, ciudad que visitó por primera vez en 1986 para unas vacaciones escolares. Su papá fue quien le abrió las puertas de un mundo en el que nunca imaginó vivir. Recuerda que su progenitor, un joyero profesional que tenía su pequeño negocio de alhajas en el centro de Cuenca, viajó a los Estados Unidos para comprar unos equipos.  Allí se encontró con unos amigos, que le propusieron dedicarse a lo que siempre le había apasionado. Como el salario era mejor al que ganaba en Ecuador, decidió instalarse en la tierra de las oportunidades. “Mi papá es un artesano completo. Hace desde el dibujo hasta la talla y confección de la joya. Eso le dio la oportunidad de trabajar en una empresa grande. Posteriormente se trajo a mi mamá y a cada uno de sus hijos”, señala Blanquita, quien reconoce que, gracias a él,  tanto ella como cinco de sus hermanos terminaron en el mismo negocio. Unos, como empleados de compañías; otros, como joyeros independientes. Blanquita está convencida de que haber reunido a toda su familia en el mismo lugar les ayudó mucho a la hora de adaptarse y a no sufrir como otros ecuatorianos que llegan sin nada. “Como vine joven, una siempre supera o resuelve los inconvenientes. Mi primer trabajo fue en una factoría, pero solo estuve tres días porque vi que ese ambiente no era para mí. Así que enseguida me puse a estudiar inglés. Además, busqué la manera de ingresar a la universidad y, cuando lo conseguí, allí mismo comencé a laborar”, rememora. Empezó como asistente del departamento de Correos, pero poco a poco fue progresando. Pasó a Admisión, luego a Registros y terminó como consejera de los estudiantes que recién entraban al centro. SE HIZO empresaria Tras culminar sus estudios de ingeniería comercial, se incorporó a un banco local. Estuvo poco tiempo, pues un día decidió pedir permiso y no regresó más. Prefirió quedarse con su hermano, que había creado su negocio de joyas y le había pedido que se fuera con él. Allí estuvo hasta que, hace unos 15 años, se independizó y puso su propio local, ‘Casa Blanca’, ubicado en pleno Manhattan, en la avenida 47. Esta cuencana labora con joyas de oro, plata y platino elaboradas en Estados Unidos y otras que importa desde Ecuador, Italia y China. Señala que, a su criterio, el oro de Nueva York es “el mejor” porque su aleación hace que el brillo perdure eternamente en la pieza. En cambio, el preciado metal que llega de Ecuador necesita más cuidados, limpiezas... Eso sí, las joyas de nuestro país tienen “un arte y un diseño”, que las convierte en “muy lindas y apetecidas por los norteamericanos, a pesar de que su precio es más alto”, resalta. AMA OTRAS culturas A Blanca, madre de un hijo de 20 años producto de su unión con un europeo de quien se separó, le encanta conocer gente de todas partes del mundo, saber de su cultura... Y por su negocio, se vio obligada a aprender otros idiomas. Además del español y el inglés, domina el polaco, ruso, italiano, francés y hebreo.  “El hebreo me ayuda mucho porque mi comercio está situado en una zona donde se trata con muchos judíos. Si no hablara como ellos, no me darían el precio que quiero por mis joyas. Tengo que batallar. Porque con estudios uno puede llegar muy lejos”, subraya.  Además, esta azuaya colabora con la comunidad ecuatoriana. Hace poco, presentó una película en Nueva York, filmada en Cuenca. Y es una activa integrante de las organizaciones Cunani y Mujeres Exitosas.  Con ambos colectivos inició una campaña de recolección de ayuda para los damnificados del terremoto de Ecuador, ocurrido el pasado 16 de abril. Y el día 15 de este mes convocó y participó en una teletón, celebrada en el parque Corona de Nueva York, para seguir ayudando a sus hermanos ecuatorianos.

Carola Cáceres, Nueva York

Las barreras lingüística y cultural no fueron un obstáculo para ella. La azuaya Blanca Zañhay, que aún conserva su lado más coqueto y prefiere no decir su edad, logró conquistar tierras norteamericanas. 

Pese a que ya no es la joven que migró a los Estados Unidos hace dos décadas, conserva intactas sus ganas de aprender. Ese ávido deseo de superación la llevó a convertirse en ingeniera comercial, a establecer su propio negocio y a dominar siete idiomas, que le permiten relacionarse con la amplia variedad de clientes, que día tras día, desfilan por su local en busca de una joya tallada a mano en Ecuador o alguna importada desde Italia y China.

Hace unas semanas, por recomendación de sus amigas, decidió representar a su país en un concurso de belleza para adultas. Su gracia sobre el escenario, refrendada al ritmo de la ‘Chola cuencana’, la llevó a obtener el título de Señora Turismo Internacional 2016. Además, hace pocos días se graduó de artesana (orfebre) por práctica profesional.

Blanquita, como la llaman en su entorno, reside en Nueva York, ciudad que visitó por primera vez en 1986 para unas vacaciones escolares. Su papá fue quien le abrió las puertas de un mundo en el que nunca imaginó vivir.

Recuerda que su progenitor, un joyero profesional que tenía su pequeño negocio de alhajas en el centro de Cuenca, viajó a los Estados Unidos para comprar unos equipos. 

Allí se encontró con unos amigos, que le propusieron dedicarse a lo que siempre le había apasionado. Como el salario era mejor al que ganaba en Ecuador, decidió instalarse en la tierra de las oportunidades. “Mi papá es un artesano completo. Hace desde el dibujo hasta la talla y confección de la joya. Eso le dio la oportunidad de trabajar en una empresa grande. Posteriormente se trajo a mi mamá y a cada uno de sus hijos”, señala Blanquita, quien reconoce que, gracias a él,  tanto ella como cinco de sus hermanos terminaron en el mismo negocio. Unos, como empleados de compañías; otros, como joyeros independientes.

Blanquita está convencida de que haber reunido a toda su familia en el mismo lugar les ayudó mucho a la hora de adaptarse y a no sufrir como otros ecuatorianos que llegan sin nada.

“Como vine joven, una siempre supera o resuelve los inconvenientes. Mi primer trabajo fue en una factoría, pero solo estuve tres días porque vi que ese ambiente no era para mí. Así que enseguida me puse a estudiar inglés. Además, busqué la manera de ingresar a la universidad y, cuando lo conseguí, allí mismo comencé a laborar”, rememora.

Empezó como asistente del departamento de Correos, pero poco a poco fue progresando. Pasó a Admisión, luego a Registros y terminó como consejera de los estudiantes que recién entraban al centro.


SE HIZO EMPRESARIA

Tras culminar sus estudios de ingeniería comercial, se incorporó a un banco local. Estuvo poco tiempo, pues un día decidió pedir permiso y no regresó más. Prefirió quedarse con su hermano, que había creado su negocio de joyas y le había pedido que se fuera con él. Allí estuvo hasta que, hace unos 15 años, se independizó y puso su propio local, ‘Casa Blanca’, ubicado en pleno Manhattan, en la avenida 47.

Esta cuencana labora con joyas de oro, plata y platino elaboradas en Estados Unidos y otras que importa desde Ecuador, Italia y China. Señala que, a su criterio, el oro de Nueva York es “el mejor” porque su aleación hace que el brillo perdure eternamente en la pieza.

En cambio, el preciado metal que llega de Ecuador necesita más cuidados, limpiezas... Eso sí, las joyas de nuestro país tienen “un arte y un diseño”, que las convierte en “muy lindas y apetecidas por los norteamericanos, a pesar de que su precio es más alto”, resalta.


AMA OTRAS CULTURAS

A Blanca, madre de un hijo de 20 años producto de su unión con un europeo de quien se separó, le encanta conocer gente de todas partes del mundo, saber de su cultura... Y por su negocio, se vio obligada a aprender otros idiomas. Además del español y el inglés, domina el polaco, ruso, italiano, francés y hebreo. 

“El hebreo me ayuda mucho porque mi comercio está situado en una zona donde se trata con muchos judíos. Si no hablara como ellos, no me darían el precio que quiero por mis joyas. Tengo que batallar. Porque con estudios uno puede llegar muy lejos”, subraya.

 Además, esta azuaya colabora con la comunidad ecuatoriana. Hace poco, presentó una película en Nueva York, filmada en Cuenca. Y es una activa integrante de las organizaciones Cunani y Mujeres Exitosas. 

Con ambos colectivos inició una campaña de recolección de ayuda para los damnificados del terremoto de Ecuador, ocurrido el pasado 16 de abril. Y el día 15 de este mes convocó y participó en una teletón, celebrada en el parque Corona de Nueva York, para seguir ayudando a sus hermanos ecuatorianos.

“SI UNO SE DEDICA, PUEDE LLEGAR BIEN LEJOS”

Alentada por quienes más la aprecian, se inscribió en el concurso de Señora Bonita Internacional 2016. “No es exclusivamente de rostro y cuerpo, sino de todas las cualidades que tiene una persona. Mis amigas, clientas y compañeras me pidieron que lo hiciera porque veían en mí muchas cualidades”, comenta.

El certamen estaba organizado por Lupita Carvajal, conocida por su larga trayectoria en este tipo de eventos internacionales como Reina de las Américas en New York, Reina de Guayaquil en New York, Miss Ecuador en New York...

En la decimoprimera edición, participaron representantes de Colombia, Guatemala, El Salvador, Santo Domingo, Argentina  y Ecuador, que tuvo otras dos candidatas más procedentes de Ambato y Azogues. Además de valorar su belleza, el jurado tuvo en cuenta su capacidad intelectual y las obras realizadas en favor de su comunidad.

Las representantes latinoamericanas desfilaron con traje típico, de coctel y de gala. Blanca se lució danzando la canción ‘Chola cuencana’. Al final del acto no ganó la corona, pero se llevó la distinción de Señora Turismo Internacional 2016. 

De modo que a partir de ahora, seguirá incentivando a todos los hispanos que llegan a Estados Unidos para que salgan adelante. “Quiero decirles que el límite solo es el cielo, que aquí hay muchas oportunidades y que se quedan en un nivel muy bajo o trabajando en factorías por falta de conocimiento. No saber inglés no es un obstáculo. Si uno se dedica, puede llegar bien lejos”, valora.

Inicialmente, Blanquita había pensado no regresar a Ecuador más allá de visitas puntuales. Incluso hubo una época en que dejó de viajar a su tierra por trece años y se dedicó a conocer otros países. 

Pero hace un año retorno a su viejo hogar y se quedó prendada de cómo ha cambiado, especialmente sus ciudades y su gente. 

“Ahora pienso estar en las dos partes. Un poquito acá y otro allá, en Challuabamba (Azuay), donde tengo mi casita y a unos ciudadanos norteamericanos como vecinos. Ellos han escogido mi país para residir el resto de sus días, rodeados de flores, frutas y con un ambiente de eterna primavera”, remata. 

 

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