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¡La pesadilla cibernética crece en silencio!

Ariana Almeida Martínez, Quito
Carlos aparecía en sus fotos sonriente y atractivo, dos características que a Pamela (nombre ficticio), ‘la nena de la casa’, le llamaron la atención. Pese a que no lo conocía de nada, decidió aceptar su solicitud de amistad en Facebook.
La muchacha nunca imaginó que su sueño de ser modelo le causaría tantos problemas cuando le envió aquellas imágenes para, supuestamente, promover su carrera. Pero lo cierto es que las instantáneas le costaron dinero, chantajes y vivir atemorizada por la posibilidad de que su familia se enterase de lo ocurrido.
“Al principio, él me escribía de manera muy profesional. Por eso creí que tenía experiencia en el oficio. Me pidió que le enviase mi ‘book’ (catálogo de fotos) para mostrárselo a los clientes”, relata a EXTRA.
Ella es una de los 135 menores de edad que han sufrido acoso cibernético en el país desde agosto de 2014, cuando la Fiscalía comenzó a llevar un registro de este fenómeno, que va en aumento con el paso de los años.
Los datos facilitados a EXTRA por el Ministerio Público revelan que la media mensual en 2014 era de 4,2 casos. El año pasado subió a 6,6, lo que refleja un incremento del 57,14 por ciento. Y en los cinco primeros meses de este año fue de 6,8, un 61,9 por ciento más que en 2014. El 84,6 por ciento de las víctimas fueron mujeres.
La pesadilla de la ‘nena’
Pamela solo tenía 17 años entonces. Y a Carlos sus fotos le parecieron poco atractivas. “Me dijo que los clientes querían ver más piel, que así me contratarían para pasarelas o revistas”, agrega.
La adolescente empezó a mandarle imágenes más íntimas, pero el hombre no se conformaba y siempre le pedía menos ropa. En una ocasión, incluso le aseguró que tenía una oferta laboral, pero necesitaba sus medidas y una serie de retratos de ella desnuda, sobre un fondo oscuro. La chica accedió.
“Ahí comenzó mi pesadilla. Al principio me solicitaba dinero para mover el álbum entre supuestos clientes extranjeros. Le daba cincuenta dólares cada dos semanas, pero él quería más. Y cuando le comenté que no tenía, me dijo que haría llegar mis fotos a páginas pornográficas o a mi familia”, rememora apesadumbrada.
Pamela vendió algunas de sus pertenencias para “comprar el silencio” de su “verdugo”, pero no logró impedir que sus fotos se difundieran en algunos sitios web que presuntamente ofrecían citas. “No podía hablarlo con nadie. Mis papás me hubieran matado. Pero mi novio nunca se enteró. Parece que el tipo se cansó al final, porque no me ha vuelto a escribir desde enero”, concluye aliviada.
A jóvenes
Este problema no solo afecta a las adolescentes. Mujeres de todas las edades lo viven día a día. A Alejandra (nombre protegido) un desconocido le pedía fotos de su ‘cola’ con el pretexto de conseguirle contratos como modelo en el exterior.
En 2014, al igual que Pamela, la joven recibió una solicitud de amistad. Decidió no aceptarlo, pero Ricardo no se dio por vencido. “El tipo comenzó a escribirme. Lo hacía a diario. Al principio se ofrecía a ayudarme con mi carrera. Le seguía el juego, sin darle mayor importancia”, detalla.
Pero los mensajes y las propuestas se volvieron más peligrosas: “Decía que en mi profesión mucha gente quería conocerme, que había tipos dispuestos a pagar grandes cantidades de dinero por tomar un café conmigo. Él supuestamente me costearía los pasajes a México y Argentina, además del pago que recibiría de esos clientes. Lo que aceptara hacer después sería cuestión mía, me aseguraba”.
Alejandra es actriz, cantante y modelo. Empezó a utilizar las redes sociales hace ocho años como un recurso para promocionarse. Ahora a sus 25 años publica fotos y vídeos de eventos en los que participa, pero se ha vuelto muy cuidadosa con lo que sube a la red.
La insistencia de Ricardo le dio “mala espina” y decidió indagar sobre sus actividades. “Descubrí que había sido un promotor de bandas conocidas, pero que había timado a varios artistas cuando su fama comenzó a decaer. Luego encontré demandas de chicas en México y Argentina. Les había citado y pedido dinero para potenciar sus carreras y así otras estafas”, reveló.
Ella quiso poner una denuncia, pero “la cantidad de trámites requeridos” hizo “que dejara ahí las cosas” y se centrara solo en alertar a otras compañeras en las redes sociales sobre el individuo.
Cómo evitar a los hostigadores
Fausto Muñoz, experto en seguridad, detalla que los menores de edad siempre son más vulnerables al acoso, ya que a menudo no son conscientes de los peligros reales existentes en Internet. Por eso da una serie de consejos para evitar problemas con extraños:
Limitar la información personal que se publica.
Familiarizar a los hijos con un uso correcto de las redes. Los adultos deben explicarles los beneficios y los riesgos.
Navegar junto a ellos y enseñarles las diferentes herramientas de control de su privacidad, para que cuando lo hagan solos sea con total seguridad.
Animarles a que pregunten en el colegio qué políticas de seguridad siguen y establecer unas reglas básicas en los ordenadores de casa.
Si un desconocido les envía un mensaje insistirles en que no deben contestarle y en que lo guarden como prueba ante la posibilidad de una denuncia.
Bloquear al remitente.
Contarle el caso a personas de confianza, ya sean los padres, profesores o amigos.
Denunciar el problema y al propietario de la página web que da un mal uso a posibles imágenes de ellos.