Actualidad
¡Regresan del más allá para atormentar!

Germania Salazar, Guayaquil
Eudocia Erazo se dispone a realizar un ritual para expulsar a unos supuestos espíritus que alteran la tranquilidad de una casa en el sector Cristo del Consuelo, suburbio de Guayaquil. La curandera, de origen esmeraldeño, está descalza. Viste una bata larga y blanca y porta un manojo de montes cocinados.
“Ser supremo, si lo puedo merecer, te pido que me concedas la ayuda de los seres celestiales. Tú que todo lo puedes saca todo lo malo de aquí, de este hogar”. Así empieza el acto, con una oración que la mujer repite en cada rincón de la casa, donde también echa agua bendita y de florida. Con una rama de achiote traza cruces en las paredes y el piso.
A sus sesenta años, conoce mucho de los seres astrales. Por eso asumió la misión de expulsar los presuntos entes que atemorizan a los habitantes de numerosos hogares.
En este caso, los afectados se sienten cansados, aseguran que no pueden dormir “a causa de los ruidos provocados por los entes”.
Eudocia cree que estos seres regresaron del más allá por alguna invocación. “¡Fuera, espíritus!”, grita, al tiempo que lanza la rama de achiote al suelo.
“Aunque no los veo, puedo sentirlos en forma de un soplo o viento que recorre la habitación. Pero finalmente están abandonando la vivienda. Se van, se van...”, manifiesta la esotérica mientras los perros de la calle ladran asustados.
De repente, un leve sonido procedente de las rejas de fierro que recubren la puerta de entrada altera a los presentes. Pero no hay nadie fuera...
Para erradicar totalmente la presencia los seres de la oscuridad, la curandera usa romero y ruda de gallinazo. Y finaliza el ritual encendiendo un sahumerio con cáscaras de ajo, olor que los espíritus no soportaron. “Hay algunas cosas que ellos no aguantan”, señala la entendida.
Clases
La especialista especifica que conoce diferentes tipos de espíritus. Unos son entidades demoníacas, que no tienen forma humana, y otros son las almas de personas que murieron antes de tiempo en accidentes, asesinatos o se suicidaron. “Ellos pueden manifestarse como imagen, pero cuando están bravos botan platos, abren y cierran puertas”, subraya.
Cada vez que saca a los espíritus de una casa, Eudocia se encomienda a los santos. Y siempre practica sus rituales a las mismas horas: seis de la tarde o doce de la noche: “No los puede hacer cualquier persona, sino alguien que tenga vocación y poder espiritual de Dios”.
Porque además de invocar, el experto debe saber cómo enviarlos al sitio al que pertenecen. Eso es fundamental.
En este sentido, colocar un vaso con agua, vinagre, sal, así como una lavacara con agua detrás de una puerta, mantiene alejados a estos seres.
En el pasado, la curandera se comunicaba con los espíritus de sus familiares o personas conocidas, pero dejó de hacerlo luego de comprender que atormentaba a los entes. “Se los mortifica porque en el lugar donde están también trabajan, recorren inmensos caminos”, indica convencida.
Precauciones
“Desde el momento en que alguien siente que un espíritu entra al hogar, se deben tomar precauciones, mucho más si hay niños”, sugiere Julio Tomalá, director del Centro Espírita Emmanuel.
Es recomendable no dejar vasos de vidrio al alcance de los espíritus -salvo que contengan los líquidos necesarios- y mantener los objetos filosos en su lugar. Además, resulta primordial no temerles. “Te ordeno que salgas de mi casa y de mi vida en el nombre de Jesús”, hay que gritarles con fuerza.
Para Tomalá, son varios los motivos por los que ciertos espíritus regresan o se quedan apegados a la tierra: una muerte traumática, conflictos sin resolver, el deseo de que sus familiares encuentren un testamento que hizo en vida o la necesidad de ayudar a un ser amado.
El apego también aparece en quienes murieron en accidentes, ya que suelen tardar en darse cuenta de que no existen. Pero, asimismo, los desencarnados (muertos) pueden ser errantes. Estos normalmente irrumpen en viviendas construidas sobre un cementerio, cerca de un hospital o de algún lugar donde muere gente tras sufrir mucho.
El entendido resalta que también existen los espíritus protectores (buenos), que regresan o se quedan en este mundo para socorrer a los suyos.
Pero los desencarnados a menudo dan golpes en las paredes, hacen caer objetos, encienden aparatos eléctricos, desprenden olores agradables o desagradables... Su presencia también hace sentir un calor o frío extremos. En algunos casos se hacen visibles a través de sombras que se deslizan fugazmente, causan ruidos con sus pisadas y cambian los objetos de lugar. Es su forma de comunicarse.
Algunas formas tradicionales de ahuyentarlos
• Laurel
Es la hierba protectora y de purificación por excelencia. Se lleva como amuleto para repeler el mal y las fuerzas negativas. Se quema o se esparce durante los rituales de exorcismo.
• Danzar en un ritual
Es muy habitual en algunas tribus o civilizaciones danzar para ahuyentar a los malos espíritus. Lo más común es hacerlo alrededor del fuego, pero a lo largo de la historia ha habido muchas maneras distintas de practicar esta clase de bailes.
• Tirando sal
En casi todo el mundo, tirar sal se considera un gesto de mala suerte. Pero lo cierto es que la sal se utiliza en la preparación del agua bendita, que algunos especialistas usan para ahuyentar a los malos espíritus.
• Tocar una campana
Hay quienes creen que en las corrientes de aire pueden transportarse los espíritus. Y por eso entienden que el sonido de una campana permite asustar a los entes y que se marchen hacia otro lugar.
• Lavanda
La lavanda, colocada en un lugar estratégico de la casa, es ‘mano de santo’ contra los espíritus malignos. Su uso es muy habitual para este fin, aparte de que su aroma genera un ambiente agradable en cualquier punto del hogar.
• Colgar hinojo
Fue la Santa Inquisición la que extendió la creencia de que el hinojo espantaba a los malos espíritus. De ahí que embadurnara a los supuestos herejes antes de quemarlos en la hoguera. Lo más probable es que lo hiciera para mitigar el olor de la carne quemada, pero con el tiempo se le terminó atribuyendo este presunto poder.
• Agua bendita
En la Iglesia católica, el agua bendita es aquella que haya sido bendecida por un presbítero, obispo o diácono para el bautismo u otras prácticas religiosas como santiguarse.
• Quemar hierbas o incienso
Quemar hierbas ofrece protección contra el mal. Se pueden emplear algunas como la albahaca, la madera de cedro, el incienso, la mirra, la raíz de orris, la mandrágora o el romero, entre otras.
Ritual casero
INGREDIENTES:
• 7 hojas frescas de salvia.
• 7 hojas de romero.
• 7 hojas de albahaca.
• 1 ramita de lavanda.
• 1 pedacito de raíz de valeriana.
• 1 cucharada de comino.
• 1 cucharada de sal de mar.
• 1 vela morada.
Tomar las hierbas y quemarlas en un cuenco de barro fuera de la casa. Cuando las plantas se hayan reducido a cenizas, agregar la sal y el comino, revolver muy bien.
En el interior de la vivienda se enciende la vela y se esparce la mezcla alrededor del hogar en sus cuatro esquinas principales.
Al terminar, se apaga la vela y se queman varios palitos de incienso. Se repite el proceso cada viernes en la noche. Enseguida se notará que la energía cambia y que los sucesos extraños desaparecen.