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Su hermana la dejó en la nada

Redacción Guayaquil
Ana, que soñaba con ser una mujer independiente, dejó hace tres años el mundo de la prostitución para dedicarse a un negocio propio, que pretendía crear con su hermana. Luego de tantas tristezas vividas como sexoservidora, creyó que hallaría una salida junto con su propia familia.
Pero fue traicionada. De modo que no le quedó otra opción que regresar a los ‘chongos’, a esos locales que juró abandonar para siempre.
Hoy, arrimada al pórtico de un diminuto cuarto de dos metros por tres, en uno de los burdeles de la 18 guayaquileña, espera atraer al mayor número de clientes posibles para ahorrar dinero y empezar de cero.
El maquillaje encendido que delinea su rostro trata de ocultar su dolor: “Hace doce años empecé en este oficio. Logré disciplinadamente reunir una buena cantidad de dinero para tener un negocio. Con esos recursos busqué asesoramiento entre mis clientes, para saber dónde invertir. Y decidí construir una granja avícola.”
Empresaria a tiempo completo
Ana pidió apoyo a una de sus hermanas, que vivía en las afueras del cantón Pedro Carbo. Porque ella y su marido tenían un terreno donde se podría construir la granja.
Y así sucedió. Luego de dar forma al sueño de Ana, ambas trabajaron juntas durante tres años.
Pero cierto día, sin previo aviso ni explicación, su hermana le impidió el paso a los galpones. Ella y su marido querían quedarse con el negocio que tanto esfuerzo le había costado levantar.
Ana, que había depositado su confianza en ellos, lo perdió todo, ya que no había firmado ningún documento que aclarase el porcentaje de participación que cada una tenía en la sociedad.
Con las manos atadas, 36 años y sin estudios ni plata, tuvo que seguir su camino. Y tras buscar empleo en infinidad de lugares, la prostitución fue la única puerta que se le abrió de nuevo.
Abatida, hace tres meses volvió al oficio del que tantas veces intentó huir, regresó a ese punto de partida que tanto temía. Ahora ansía que la pesadilla termine pronto, que dure un suspiro para retomar su antiguo sueño. Solo espera que su belleza la siga acompañando el tiempo suficiente para recabar el dinero que la permita escapar.
LOGRÓ TRIUNFAR COMO ESTETICISTA
Blanca dejó atrás la prostitución implantando un gabinete de belleza, que hoy le da réditos para mantenerse.
Había paseado sus encantos como bailarina de ‘pole dance’ en algunos clubes de Guayaquil. Al igual que Ana, antes de emprender su negocio también tuvo que guardar cada dólar que podía. Pero al contrario que ella, buscó asesoramiento profesional y se preparó con organizaciones, que le brindaron talleres de capacitación en belleza, enfermería y costura.
Así aprendió a tratar a sus nuevos clientes, buscando crecer como profesional. Poco a poco, se sintió más fuerte y creció a nivel comercial. Y en breve abrirá un centro de belleza integral en Samborondón.
La activista Jovita Valencia, que lleva 16 años ayudando a mujeres como Blanca, señala que en la Asociación de Trabajadoras Autónomas Primero de Agosto, se empodera a las féminas para que ganen confianza en sí mismas. Luego se les capacita en áreas técnicas como corte y confección, enfermería, belleza y estética, panadería y pastelería, entre otros oficios. Y al final de los cursos, se les ayuda para que, con un crédito bancario, puedan dar forma a un negocio.
Valencia cree que la decisión de abandonar la prostitución es muy personal, que solo pueden tomarla quienes realmente quieren dar un giro a sus vidas. La activista ha visto a muchas tomar nuevos caminos y espera, algún día, poder apoyar a Ana como ya ha hecho con otras anteriormente. Mientras tanto, sigue pendiente del crecimiento de Blanca, que comparte el éxito de su negocio con su familia, genera empleo a más personas y ha llevado la tranquilidad a sus hijos.
Blanca, que hace un paréntesis en su gabinete de belleza de la Garzota para atender a EXTRA, realiza un llamado a todas las mujeres que deseen dedicarse a otro oficio. Insiste en la importancia de asesorarse de forma correcta, porque es ahí donde recibirán las claves acerca de cómo invertir para que su esperanza no se reduzca a cenizas. Acto seguido, se despide cariñosa y se retira al interior de su local, donde varios clientes la esperan para someterse a tinturados y tratamientos capilares. (VCH)