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Diario Extra Ecuador
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Germania Salazar, Guayaquil
Son las diez de la mañana y los rayos solares penetran en la piel de los transeúntes en el norte de Guayaquil. En una casa de tres pisos situada en la Prosperina, la luz del astro rey se filtra por las ventanas. En el interior parece reinar la paz. Nadie diría que está a punto de llegar un vidente y parasicólogo para confirmar si el inmueble se ha convertido en un lugar de reposo para muchos espíritus, como temen sus habitantes.    
Apolonia Cevallos (enfermera) y su hija (odontóloga) ocupan la planta baja y el primer piso del edificio. En el segundo viven otros parientes, que también están relacionados con las ciencias médicas. Todos sostienen que allí ocurren hechos extraños desde hace unos veinte años, pero esta es la primera vez que solicitan la intervención de un especialista.
Madre e hija afirman que suelen ver a un ser astral de mediana estatura, delgado y de tez canela, que corre de un lado a otro vestido de gris.   
“No le demostramos miedo, nos portamos fuertes, pero queremos que él y los ‘otros’  se marchen de una vez por todas”, comenta Apolonia a Jorge Konstantine, parasicólogo, quien recorre el interior de la casa con un frasco de vidrio en sus manos. Su tarea es saber quiénes son y por qué motivo esos seres decidieron apoderase del edificio.
“En este momento, veo que un espíritu sube la escalera,  me comunica mentalmente que se llama Edward y muestra  imágenes muy antiguas”, asegura el experto a los dueños de la vivienda. El ambiente parece cargado y el miedo invade a los presentes.  “Siento tres energías de espíritus y  entidades. Son seres amorfos (demonios)”, apostilla el parasicólogo convencido .
Konstantine dibuja unas señales con sus manos para abrir un campo energético, encerrar a todos los invisibles y así poder conocer más detalles de ellos. “Uno me dice que tiene muchos años aquí, que se siente atraído por este sitio. Además, la dueña de la casa le recuerda a su esposa fallecida”, detalla el entendido.  
 Luego, el vidente toca las paredes, los espejos y anaqueles, y coloca sus manos por encima de Apolonia. “Todo el día ese espíritu está aquí. Sentimos su presencia, es tan rápido que le vemos su rostro borroso”, subraya la mujer, quien ha enseñado a sus hijos y nietos a no tener miedo.
“Hace cuatro días, en la noche,  mi hija bajó y sintió que le tocaban la puerta y le apagaban las luces, pero no había nadie. A veces pienso que es un alma que anda vagando, encontró este sitio y se metió. A lo mejor busca a su familia”, deduce.  
Apolonia agrega que aparte del espíritu que viste de gris, también habría otro que porta prendas blancas y se acuesta en las camas: “Construí esta casa  hace unos 35 años, pero no recuerdo que alguien me hubiera comentado que en el pasado fuese un cementerio”.
Tras inspeccionar la planta baja, el vidente decide ir al  primer piso, porque hay muchas cosas que lo inquietan. Al asomarse por la ventana que da al patio visualiza el espíritu de un hombre en cuclillas, con las manos en las rodillas.
El ente le confiesa que fue torturado, asesinado y enterrado hace muchos años, cuando los terrenos de la zona eran baldíos. Y le pide ser liberado porque siente mucho dolor y tormento. “Es un ser de la oscuridad, fue malo”, resalta Konstantine.
Según el especialista, este espíritu sería el que ocasiona mayores problemas y trata de asfixiar a las personas. Su comentario pone los pelos de punta a todos los  presentes. Pero antes de llegar al segundo piso, el vidente se detiene unos minutos y señala con la mano una ventana. Allí descubre que, parado en el borde, se encuentra el espíritu de un niño de unos cinco años.

Segundo piso
Cuando sube a la planta superior, la nuera de Apolonia desvela que uno de sus hijos estudia Medicina y que al joven le regalaron un cráneo y varios huesos. El parasicólogo hace sacar las piezas óseas para comunicarse  con los  espíritus. Primero contacta con el del niño. Este le revela que se llama Agustín, de modo que el entendido abre un portal de luz por donde hace ascender el alma al mundo astral. “Ya ha pasado”, anuncia.  
Otro de los huesos es el fémur de una pierna. Konstantine cree que perteneció a una mujer de edad avanzada, cuya tumba fue profanada hace muchos años: “Le he desprendido toda la energía negativa al hueso para que el alma se eleve”.   
El vidente, con sus oraciones,  sana todos los huesos restantes que posee el joven. Pero a la vez recomienda que, luego de cumplir con el aprendizaje, los regale a otras personas para que también se nutran de conocimiento. “No es bueno tenerlos embodegados. Si no  cumple,  habrá más episodios paranormales”, advierte.  
Después de tres horas, el hombre, cansado, decide retirarse de la casa, pero antes recuerda que queda pendiente por sacar el espíritu de un hombre, que supuestamente estaría enterrado en una vivienda colindante, y de varios supuestos demonios.

 

Cómo actuar en un caso similar

Si experimenta cualquiera de las señales que a continuación detallamos puede que haya espíritus o entidades en su casa, según el espiritista Julio Tomalá:

• Cuando los electrodomésticos o luces se encienden por sí solos.
• Si escucha pasos, sonidos o siente la presencia de alguien cuando está solo.
• Si experimenta en su hogar puntos fríos o que la temperatura ambiente baja o sube drásticamente.
• Si oye voces o sonidos musicales raros, percibe olores como el perfume o el humo de un cigarrillo y siente que alguien lo toca. También si aprecia sombras que se mueven por las habitaciones o las ve con el rabillo del ojo.
• Si a menudo piensa que está siendo observado o tiene una sensación escalofriante.
• Los objetos en la casa  desaparecen y reaparecen con frecuencia.
• Muebles u otros enseres del domicilio se mueven solos.
• Si distingue claramente espectros o fantasmas.
Es bueno saber que, antes de aceptar la existencia de hechos paranormales en su casa, primero deben descartarse todas las posibilidades lógicas habidas y por haber.
Pero si a pesar de todo considera que el fenómeno se está produciendo, contacte con algún experto en lo paranormal para que evalúe la situación.

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