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Diario Extra Ecuador

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“Ya para nosotros no hay fechas especiales”

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Lucero Llanos, Guayaquil
Antes del 10 de enero de 2015, Betsabé Cornejo sentía que el Día de las Madres se repetía a diario.
El ‘Mamaíta’ -como la llamaba Catherine- nunca faltaba en sus oídos, ni las notitas con mensajes de cariño o las fotos.
“Me decía que nunca me iba a causar un dolor”, recuerda. Pero desde hace un año y cuatro meses, a ella y a sus otros tres hijos se les acabaron los deseos de celebrar.
“Ya para nosotros no hay fechas especiales, ni Navidad, ni cumpleaños”, reconoce la madre de la Reina de Durán 2014.
Sus ojos aún no han domado el reflejo. Llora en cuanto le mencionan a su ‘Cathy’, quien falleció en la mesa de operaciones mientras le realizaban una lipoescultura.
“Es como si una avalancha de piedras hubiese caído sobre mi casa”, añade en su intento de graficar cómo ha sido su vida después de que la desgracia llegara a su familia.
Desde ese día, el calendario se detuvo para cualquier festejo. Ahora se usa para medir el tiempo que ha transcurrido desde que la Fiscalía comenzó a investigar la muerte de su pequeña. Betsabé confía en que “habrá justicia, porque no puede taparse el sol con un dedo”.
Cuando lo afirma, mueve el pie incontrolablemente como si con ello pudiera agilizar el proceso. O como si con un pedal imaginario pudiera retroceder el tiempo para decirle que no entrara al quirófano, que se quedara con ella para siempre como se lo pidió cuando cumplió 15 años.
“Me acuerdo que le dije que no quería que creciera, que se quedara chiquita porque no quería que supiera de las maldades del mundo”, lamenta mientras ve en su celular la carta que le escribió cuando estaba en sexto grado. Suspira, no puede evitar pensar en todo lo que se perdió su hija.
“Si algún día tienen el mismo problema, solo les pido que se fortalezcan en el Señor”, atina a aconsejar a las demás madres, aunque al mismo tiempo confiesa que no se siente preparada para dar sugerencias.
“Si sigo es porque Dios así lo quiere. No sé cuál será su plan”, expresa, antes de abrazar a su progenitora, María Soledad Chagna.
Ella tampoco se ha acostumbrado a que le falte el “Abuelita” que anunciaba la llegada de Catherine desde el callejón que conduce a su vivienda, en la ciudadela Sauces. Para ellas, la herida aún está abierta.

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