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Diario Extra Ecuador

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“Yo lo viví, mi hermanita murió de cáncer”

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Génesis Moreira, Manta (Manabí)

Se puso helada, muy nerviosa y el corazón parecía que se salía. Cuando Dannita Demera vio a Marc Anthony por primera vez no sabía qué decir, empezó a llorar, y luego se echó a sus brazos.

Fue el momento más emocionante de la vida de la niña mantense que se ‘robó el corazón’ del boricua, tras dos años de dolor por un cáncer a la sangre que estaba carcomiendo su vida desde sus siete años de edad.

En las fiestas de Manta, en noviembre de 2013, fue cuando inició su ‘historia de amor’ con el cantante de sus sueños. No entendía por qué, pero por una razón, uno de los salseros más famosos del mundo la miraba y abrazaba como si fuera de su propia sangre.

Pasó un año para que Dannita supiera el motivo. En un segundo encuentro, pedido por el propio Marc, fue cuando le confesó algo que la dejó boquiabierta. Ocurrió en Quito, antes de dar un concierto en noviembre de 2014. Mientras conversaban de cómo iba la enfermedad de la niña, el boricua interrumpió a su mamá Diana Baltán y le dijo: “No me expliques más, yo viví esto, mi hermanita murió de cáncer”.

No creían tanta casualidad e inmediatamente Dannita lo envolvió en sus brazos. “Las lágrimas se le salieron y no tocamos más el tema”, señaló la señora, quien aún no sale del asombro, a pesar de que en ningún medio digital registra noticia alguna sobre el fallecimiento por cáncer de algún familiar del artista.

Luego, a través de un club de fans de Uruguay, ellas se enteraron que la supuesta hermana fallecida del cantante también se llamaba Danna, aseguró Baltán. Para la niña, la revelación de Marc fue muy especial y le hizo entender el cariño que hasta la fecha se mantiene.

Él ha estado pendiente de Dannita y se comunica con ella por redes sociales y su esposa Shannon de Lima, quien incluso se contactó con su familia tras el terremoto del pasado 16 de abril.

 

Chao a su “amigo, el cáncer”

Tras el último encuentro con su artista favorito, llegó la etapa de desintoxicación. Dannita ya se daba sus ‘pecaditos’, se metía a la piscina y comía pollo frito de vez en cuando, alimento que está vetado para ciertos enfermos de cáncer.

Su “amigo el cáncer”, como ella llamaba a su dolencia, se empezaba a despedir. Ya había dejado la mascarilla y su vida empezaba a ser más llevadera. Marc, a pesar de giras, conciertos y múltiples ocupaciones, seguía pendiente de la vida de la niña, tanto como sus fans de la de él.

El día en que le dieron a Dannita la mejor noticia de su vida, no había comido en toda la mañana, pues antes se realizó sus últimos análisis y debía esperar los resultados más anhelados. Cuando los vio, la doctora no lo creía, estaba sorprendida de ver que Dannita tenía sangre “hasta para regalar”.

La leucemia se había ido. La niña salió de Solca compartiendo la buena nueva con quien se le cruzaba. “¡Soy sobreviviente, soy sobreviviente!”, decía saltando y sonriendo. Al llegar a casa, la noche del pasado 22 de julio, compartió en su Facebook un cartel de despedida que decía: “Sobreviviente, batalla ganada, adiós ‘amigo cáncer’ y gracias por enseñarme a vivir”.

Aquello fue su aprendizaje durante cinco años de momentos de emoción y risas, como cuando conoció a Marc, y de llantos, como cuando se le cayó el pelo y le sacaban muestras de su médula para exámenes. Por eso se emociona al cantar ‘su himno’: “Voy a reír, voy a llorar, vivir mi vida, la la la”, que la canta su ‘amor’ Marc.

 

Un ejemplo de lucha

Su ‘amigo el cáncer’ le dio a Dannita, que ahora tiene 13 años, una nueva familia con una nueva casa, que fue Solca. Allí conoció a otros niños con cáncer que se convirtieron en sus hermanos.

Uno de los momentos más duros, que hasta borró su sonrisa, fue la muerte de uno de sus mejores amigos, Jerson, a quien llama ‘Mi negro’. Ella sintió desfallecer, no quería comer y solo lloraba.

Así también ocurrió cuando falleció Lupita, Carelis, Juanpa y Leisbert, niños a quienes el cáncer les terminó apagando la sonrisa para siempre. Ella siguió el combate y ganó. Con su historia demostró que los sueños sí se cumplen y que es posible ‘cruzar el puente’.

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