Lleva cinco décadas en el mundo de la música y su esencia romántica no cambia. Debido a que cuida siempre el contenido de sus letras y la calidad de sus temas, en noviembre pasado, el argentino Alejandro Lerner recibió el Grammy Latino a la Excelencia Musical, y hoy, en una entrevista con EXTRA, habla de cómo le ha sido fiel a cantarle al amor y no al sexo...

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¿Qué tan difícil ha sido mantener esa esencia del romanticismo?

Bueno, es que a mí también me ha pasado, y de lo que me ha pasado han aparecido canciones, de mi relación con Marcela, que es mi esposa desde hace 20 años. Hay un montón de canciones que he compartido con el público, de experiencias anteriores y de cuando era jovencito. A mi concierto vienen parejas a casarse, el novio me manda un papelito diciendo que le propondrá matrimonio, y eso es hermoso.

¿Le canta al amor y no al sexo?

Bueno, es una cuestión de lo que uno tiene en el corazón. Hay personas que llegan al amor a través del sexo, pero solo quedan en eso, en sexo. El amor es mucho más elevado, más profundo, que obviamente pasa por el sexo como un lenguaje, pero yo siempre hablé del amor desde el corazón. Vengo de una escuela que tiene que ver con la poesía y el romanticismo.

Soy un artista que ha trabajado con Armando Manzanero, y he tenido el privilegio de estar con los poetas más grandes de la música contemporánea hispanoamericana. Creo que los chicos están pasando por una etapa que tiene que ver con un ritmo, un lenguaje, pero que tarde o temprano, cuando se les abre el corazón, comienzan a cantarle al romanticismo.

En noviembre recibió un Grammy a la Excelencia Musical, ¿qué significó ese premio para usted?

Ha sido muy rejuvenecedor para mí. Que los Grammy elijan, dentro de los miles de artistas, a uno que a lo largo de su carrera ha tratado de mantener una exigencia y una excelencia musical, es el premio más importante que un artista pueda recibir de la industria. A veces pueden premiarte por un disco o una canción que es una circunstancia o un momento de tu carrera, pero cuando te premian por todo lo recorrido, sobre todo en mi caso, que son más de 40 años de carrera desde que me inicié como intérprete y más de cinco décadas desde que comencé como un jovencito pianista, es un honor.

¿Qué recuerda de sus visitas a Ecuador?

Tengo fotos en la mitad del mundo con un pie en cada hemisferio y ni tenía bigotes. Tengo fotos de distintas ciudades como Guayaquil, cuando me paseaba por el Malecón, o de mis viajes a Quito, donde compraba artesanías y tapices que tengo en mi departamento. Estoy enamorado de la cultura de los ecuatorianos y siempre trato de comprar algo para traerme.

¿Cómo describiría al público ecuatoriano?

Es muy sensible, afectivo, quieren el beso, el abrazo, la foto, les gusta hablar, no son tímidos, les gusta acercarse. Me encanta cuando llego al hotel y tengo un grupo de gente que me está esperando, y a veces los invito a las pruebas de sonido. Mi corazón es muy compatible con el pueblo de Ecuador.

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