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Farándula

Wendy Corzo es amante de la música desde que era niña y siempre soñó ser parte de las Musas del Vallenato.Franklin Jacome

La fusión histórica entre sinfónica de Quito y grupos de vallenato colombianos

Clarinetes y acordeones se unen para romper fronteras entre la música clásica y el folclor tropical, creando un puente sonoro entre Ecuador y Colombia

Los sonidos del saxofón y la batuta del director dialogan con el rugido alegre del acordeón y la caja vallenata dentro del Teatro Nacional Sucre, en el centro de Quito. Este espacio es uno de los más emblemáticos y antiguos de Sudamérica. Entre sus paredes acústicas han resonado las bases armónicas más complejas de la ópera desde 1886.

La nueva fusión musical

Sin embargo, durante las últimas semanas de julio de 2025, acogió una fusión poco habitual: una ‘hibridación musical’ entre el folclor colombiano y el pentagrama quiteño. La espontaneidad y pasión de Las Musas del Vallenato y El Cartel del Vallenato se fundieron con la academia sonora y precisión de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito.

No hubo fronteras: el lenguaje de las partituras se unió al latido de la música tropical. “La música es universal”, dice Jezu Ávila, voz líder de El Cartel del Vallenato. “Unos la leen en papel, otros la tocan desde el alma; lo bonito es cuando esas dos maneras se abrazan en el escenario”.

Jezu Ávila reconoce que la música tropical colombiana se canta con el corazón.Franklin Jacome

Por momentos, el artista originario de Santa Marta (Colombia) quiere salirse del guion, porque está acostumbrado a la explosividad y emotividad del escenario. Pero se calma y se adapta al nuevo formato. Su timbre de voz se vuelve más contenido, menos atrevido, sin perder la armonía ni el vibrato que lo caracteriza.

Una mujer empoderada en la música

Para Wendy Corzo, acordeonista del grupo femenino Las Musas del Vallenato, este ensamble tiene una carga simbólica especial. Recuerda que durante décadas el acordeón fue un territorio “machista”, restringido para las mujeres, más aún para artistas como ella, que pertenece a los kankuamos, pueblos amerindios del norte de Colombia.

Wendy dice que antes las mujeres eran solo las musas de inspiración para los compositores y cantantes del vallenato. “Ahora interpretamos, creamos y adornamos nuestro folclor”.

Y ella es una de las piezas fundamentales de este inédito rompecabezas acústico. Junto al director invitado de la Banda Sinfónica Metropolitana de Quito, Benito Tayupanda, marcan el ritmo y dan inicio a un mosaico de acordes que rompe esquemas y encuentra un punto de encuentro entre dos mundos sonoros opuestos y, al mismo tiempo, profundamente conectados.

La sinfónica repasó más de tres semanas para el ensamble.Franklin Jacome

El también clarinetista reconoce que nunca había interpretado música con acordeón, y que este desafío ha sido mayúsculo. Acostumbrado a partituras precisas y estructuras formales, ha tenido que adaptarse al ‘flow’ del folclor colombiano: esos adornos y giros melódicos que no siempre se escriben, pero se sienten. “Fue un reto increíble. Aprendimos a escuchar y a fluir con el alma del vallenato”.

Cerca de ellos, Danny Ceballos, fundadora y voz líder de Las Musas, trata de concentrarse para interpretar una de sus canciones adaptada con más de 20 instrumentos sinfónicos. Sonríe, se pone un poco nerviosa, se acomoda el cabello… y fluye.

No esconde su emoción por debutar en este formato en Ecuador, país que considera su “segunda casa musical”, y que desde hace más de tres décadas ha acogido sus éxitos, que aún suenan en emisoras y en buses.

Un proyecto musical innovador

Este cruce entre sonoridad académica y tradición popular forma parte del proyecto Sucre Viajero, que en 2026 cumplirá 20 años y que inició bajo el nombre La Ópera al Barrio.

El ensamble forma parte del proyecto cultural Sucre Viajero que el próximo año cumplirá dos décadas en la capital.Franklin Jacome

Su objetivo es rendir homenaje a la música con una convivencia entre distintas sonoridades. Este ensamble representa el estreno de un formato que, según los involucrados, será un hito en la historia musical de la región.

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El resultado, coinciden los artistas, es una textura nueva, un color nuevo, un puente entre Ecuador y Colombia, entre lo académico y lo popular, entre lo planificado y lo espontáneo. “Suena a Ecuador, suena a Colombia, suena a cumbia y suena a vallenato”, resume Ceballos.

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