Ismael Valencia tiene apenas 26 años, pero su historia dentro del teatro parece escrita por el destino. Llegó como asistente de bodega a una productora donde trabajan figuras del humor ecuatoriano como Víctor Arauz, David Reinoso y Christian Maquilón, y hoy forma parte de sus obras y videos virales en redes sociales.

Todo empezó como una broma entre compañeros. “Ellos me decían que hiciera ciertos papeles cortos, me daban un poco de texto… y así comenzó todo”, relató a EXTRA. Aquella ‘broma’ lo llevó a la obra Michi, Melo y Tita, donde finalmente subió al escenario y conquistó al público con su personaje ‘Tyson’.

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Antes de eso, Ismael hizo de todo: fue oficial de construcción, estibador, ayudante de lavandería y operador en un call center. Su camino hacia las tablas no fue fácil. Desde niño soñaba con actuar y participaba en obras escolares, pero no pudo ingresar a clases de teatro porque el lugar donde quería estudiar era muy costoso. “Mi mamá siempre quiso hacer el esfuerzo, pero no la dejé y me dediqué a trabajar”, cuenta.

Entró como asistente de bodega

Su destino cambió cuando entró como asistente de bodega en la productora que realiza las obras de Arauz, Reinoso y Maquilón. El día que debía terminar su contrato, uno de los tramoyistas faltó, y fue Valencia quien lo reemplazó. Desde entonces, no se movió más del sitio que lo acercaría a su sueño.

Con el tiempo, comenzó a aparecer en los reels que el grupo de actores sube a redes sociales. Así nació ‘Tyson’, su personaje popular: el novio de ‘Tita’, interpretado por Christian Maquilón. “Ahora ya perdí mi nombre, todos me dicen Tyson. A veces no me lo creo, pasé de ser un pelado de la nada a tener un personaje”, bromea.

A pesar de su creciente popularidad, Ismael sigue trabajando como tramoyista y asistente de bodega. Solo deja el oficio cuando lo llaman para grabar videos o subir al escenario.

Consejos de sus compañeros

Sus compañeros y su jefa, Catrina Tala, lo apoyan. “Víctor siempre me dice que me supere, que aprenda a hablar mejor y que me prepare. Eso estoy haciendo, porque quiero dar una mejor experiencia al público”, asegura.

Vive en el sector de las Malvinas, en el sur de Guayaquil, una zona que describe como complicada, pero que nunca fue un obstáculo para él. “Algunas veces me ofrecieron entrar en la delincuencia, pero siempre dije que no. Eso solo lleva a dos caminos: la cárcel o la tumba”, afirma con convicción.

La oportunidad de demostrar su talento la encontró en el lugar menos esperado. Hoy, ese sueño que parecía inalcanzable se volvió parte de su vida cotidiana entre risas, luces y aplausos.

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