Vivir del arte es algo que la actriz Mónika Gilly, lo ve cada vez más difícil. A tres meses de haber empezado a actuar en una improvisada sala de teatro en el domicilio del actor manabita Aurelio Heredia, en el norte de Guayaquil, desiste en su empeño y lo atribuye, principalmente, “a la falta de apoyo”.

“Hemos luchado contra viento y marea por ofrecer algo diferente, humor y reflexión, pero pocos apoyaron, por lo que con tristeza me retiro del Patio de Aurelio”, indica.

No se valora

Gilly comenta que hacían dos presentaciones los viernes y sábados, y que el costo era solo de cinco dólares.

“Hubo gente que ofrecía ir, pero no asistía, uno confía, pero no pasa nada y más es lo que se gasta para tener todo arreglado y bonito, pero ya me cansé. Vivir del arte en este país ya pasó a la historia”.

La actriz añade que el aprendizaje que le dejó este nuevo intento es que la lucha y el esfuerzo no se valoran.

“Ya he luchado bastante, es algo desesperante. Diciembre ya termina, enero y febrero son meses muy difíciles para el teatro porque la gente se va a la playa. No puedo más, me cansé”.

En recuperación

Del accidente cerebrovascular que sufrió en febrero pasado, que le paralizó el lado izquierdo de su cuerpo y de la cara, asegura que sigue mejorando.

“Ya hablo bien, a veces me falla la pierna y no tengo fuerza en la mano, pero soy una bendecida que viví para contarlo”.