No le quedó nada pendiente. La anchor (presentadora) de noticias Rocío Cedeño se jubiló luego de laborar 35 años en la televisión, de los cuales 31 fueron en TC Televisión. Siente que hizo todo lo que soñó laboralmente, incluso su último día como presentadora lo vivió narrando el minuto a minuto de un hombre al que le pegaron explosivos al cuerpo con cinta, en el norte de Guayaquil.

Ya era hora, ya hasta me estaba pasando. Fueron 30 años en TC, porque realmente tengo 35, porque 5 estuve en Telesistema (RTS); entonces son bastantes añitos. Siempre dije que a los 30 me iba a retirar para que los demás tomen la posta.

Lo primero es el cariño de la gente, eso tan bonito que se guarda en el corazón. No solo ahora en la despedida, que la gente generalmente te dice cosas bonitas y tienen buenos deseos, esto ha sido a lo largo de toda la vida.

¡Vaya, niña, lo lograste! Te demostraste a ti misma que los sueños se cumplen, siempre y cuando lo hagas con inmenso cariño y respeto.

A mi familia, porque fue la que se adaptó a que yo trabaje en los momentos más difíciles, en los feriados, en los cumpleaños. Sin el apoyo de la familia, no vas a ningún lado. A mis compañeros, a mis jefes, mi amor es infinitivo.

Me marcó el terremoto del 2016. Tuvimos una transmisión ininterrumpida de 14 horas con la incertidumbre de no saber lo que pasaba exactamente. Al aire nos enterábamos de que las personas sufrían mucho, no había carreteras. Yo soy manabita y estallé en llanto al aire (...). El jueves (30 de marzo) tuve que hacer algo que jamás pensé que haría, que fue narrar minuto a minuto lo que estaba sufriendo un hombre porque tenía explosivos en su torso. Fue muy duro y nunca en mis años como comunicadora imaginé eso.

Fue algo impresionante y doloroso. Fue así como cerré mi ciclo en el periodismo. Ayer estuve en el canal solo para despedirme.

Lo primero que haré es correr a ver a mi esposo, abrazarlo y decirle: aquí estoy para lo que necesites, para lo que quieras, ¿qué te apetece hacer? Y a mis hijas también, porque quiero agradecerles, porque amaron mi carrera y la respetaron. Me voy a poner en pausa, pero junto a mi familia.

Jimmy Jairala me cerró la puerta del estudio porque llegué con las justas y me dijo: ‘Así no se llega, vas a aprender a ser puntual y ser responsable’, y se lo agradezco porque es lo que enseño a las nuevas generaciones.

Esas complicidades que teníamos con el equipo, las comiditas al final del noticiero, los abrazos, el cariño, los bailecitos.

Fue un año de mucho dolor, no solo se fueron colegas, sino mi familia. Miguel Cedeño era mi niño, teníamos el mismo apellido y siempre hubo complicidad. Tania Tinoco fue una hermana y me tocó su muerte. En honor a ellos continué honrando la profesión.

Que me digan Tía Rochi es el mejor título de la vida.

Nada, en mi corazón solo hay gratitud, todo lo que hice fue en el tiempo perfecto y con las personas ideales.