Hace exactamente 15 años, un amanecer frío y silencioso cambió para siempre la vida de la presentadora Valeria Mena. Corría el 27 de mayo de 2010, y aunque ese día comenzaba como cualquier otro para ella, se convertiría en un capítulo inolvidable marcado por la llegada inesperada de un pequeño ser humano.

Valeria había dado a luz a su segunda hija, Fiore, apenas unos días antes y estaba preparándose para retomar sus actividades laborales en el canal de televisión. Eran cerca de las 4:30 de la mañana cuando, al abrir la puerta de su casa, notó un bulto en el suelo. Al acercarse con cautela, su mundo se detuvo: un recién nacido, envuelto apenas en una camisa ligera, estaba allí, inmóvil y sin emitir un solo llanto. Lo que más la impactó fue que el bebé aún tenía el cordón umbilical sin cortar, indicio claro de que había llegado al mundo apenas horas antes.

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“El frío, la sorpresa y la incertidumbre se mezclaron en un torbellino de emociones”, recuerda Valeria. “No podía creer lo que estaba viendo, sentí miedo, tristeza, y sobre todo una enorme responsabilidad.” Sin pensarlo dos veces, lo tomó en brazos, lo vistió con ropa limpia, lo cobijó y trató de brindarle el calor y la protección que cualquier recién nacido necesita. “Lo único que quería era que en mis brazos sintiera amor, el de una mamá y una familia.”

Pero la realidad legal era clara. A pesar de lo que dictaba su corazón, la ley obligaba a actuar de otra manera. Valeria se comunicó con las autoridades para reportar el hallazgo. El bebé fue llevado de inmediato al hospital para ser evaluado médicamente y recibir atención especializada. Durante esos primeros días, Valeria visitó constantemente al pequeño y entre ambos se fue forjando un vínculo muy especial, una conexión que para ella ha perdurado con el paso del tiempo.

Valeria Mena creó un vinculo muy fuerte con el bebé

“Fueron momentos muy difíciles, pero esos días juntos me hicieron sentir ese amor incondicional que solo una madre puede tener por su hijo, aunque él no fuera mío biológicamente”, comenta. Cuando el bebé fue dado de alta, fue trasladado a una casa hogar, donde se le brindaría cuidado y protección mientras se buscaba una familia definitiva para él.

Antes de despedirse, Valeria quiso darle un nombre que reflejara la luz que había traído a su vida en esa fría madrugada. “Preguntaron si le había puesto un nombre y sin dudarlo les dije Angelito Mena. Para mí, él siempre fue ese angelito que llegó para marcar mi existencia”, explica.

Entregarlo fue una de las experiencias más desgarradoras que ha vivido. “Fue un momento de mucho dolor, porque en mi corazón sabía que él merecía una vida llena de amor, pero también sabía que debía dejarlo ir para que tuviera una oportunidad real”, dice con tristeza.

Hoy, 15 años después, Valeria no ha dejado de pensar en Angelito. Por las estrictas normas de confidencialidad que rodean los procesos de adopción, no ha podido saber cómo ha sido su vida ni dónde está, pero mantiene viva la esperanza de que haya encontrado una familia que lo ame y lo cuide como merece.

“Lo llevo siempre en mi corazón y rezo porque Dios lo bendiga y lo proteja”, afirma. “Espero que algún día, de alguna manera, podamos reencontrarnos.”

En su mensaje para este aniversario tan especial, Valeria expresa todo su cariño y gratitud por ese pequeño ser que, sin saberlo, cambió para siempre su vida y le enseñó el significado profundo del amor y la entrega.

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