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Guayaquil

Puente Lucía, el sector de Pascuales donde las autoridades 'pasan de largo'
Entre calles dañadas, un parque abandonado y un muelle improvisado, esta localidad al norte de Guayaquil no pierde la esperanza de atención municipal
El paso de una camioneta levanta una nube de polvo en la calle Virgen de Monserrate. Eran las 15:30 del miércoles 22 de octubre y Ana Ruiz atendía a un cliente frente a su tienda en esa pequeña vía ubicada en el sector de Puente Lucía, parroquia Pascuales. En ese momento, ambos se taparon la nariz para evitar que la tierra los afectara.
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Frente a ellos está situada la escuela Patria Ecuatoriana, donde los estudiantes recibían clases a esa hora. Resignada, Ruiz lamenta que el mal estado de la calle (llena de baches y piedras de distintos tamaños) ya haya causado problemas de salud en varios alumnos.
“Ahora la molestia principal en esta calle es el polvo. Los carros y motos pasan rápido, todo es polvareda. Los niños salen de la escuela enfermos, con alergia o gripe”, detalla Ruiz.
Hace pocos meses, con algunos vecinos, construyeron un rompevelocidades, para que los vehículos se vean obligados a disminuir su marcha.

Este no es el único problema que aqueja a Puente Lucía, comunidad ubicada en el kilómetro 27 de la vía a Daule, en el límite entre Guayaquil y Nobol. Sus habitantes señalan que la falta de atención municipal ha sido una constante desde hace décadas.
“Nosotros también somos parte de Guayaquil, pero parece que para las autoridades no existimos. A veces viene uno que otro concejal, revisan los problemas, hacen un recorrido rápido y se van. Nunca llegan las mejoras que prometen”, señala Walter Chiriguayo, integrante del comité barrial.
Ruiz retoma el tema que más la inquieta: las enfermedades en los niños por el polvo. Explica que para recibir atención médica, deben desplazarse hasta Pascuales o incluso hasta Nobol, porque en Puente Lucía no hay centro de salud.
“A veces vamos a Nobol y nos dicen ‘váyanse al subcentro que les corresponde, que es Pascuales’, pero ese lugar está súper peligroso. A veces tenemos que decir que vivimos en Barrio Lindo o en Petrillo para que nos atiendan en Nobol, porque es lo más cerca que tenemos”, explica la ciudadana.
Sandra Romero, otra habitante, cuenta que antes de la pandemia de COVID-19 participaron en un concurso municipal para arreglar su parque con materiales reciclables. Sin embargo, con el tiempo, el espacio se deterioró por la presencia de borrachos y la falta de control policial.
Actualmente el óxido cubre el columpio, que está rodeado de aguas estancadas. Además, la cerámica de una mesa está hecha pedazos y el cerco de cañas desapareció, mientras botellas vacías de licor permanecen esparcidas.

“Queremos que nos arreglen la calle, que nos arreglen el parque. Hemos enviado cartas al Municipio durante años, pero no nos responden. Tenemos que seguir insistiendo”, manifiesta Romero.
Antonia Ávila, otra habitante de esta localidad, resume los pedidos más urgentes a las autoridades: el asfaltado de calles, la reparación de espacios públicos y la construcción de un malecón.
Y menciona nuevamente la escuela. Una pared en la parte posterior de la institución está a punto de ceder. Esta área se encuentra junto al río y ya ha sido cercada para impedir que los estudiantes accedan.
El polvo vuelve a levantarse mientras los vecinos cruzan la calle Virgen de Monserrate tras mostrar el daño en la escuela. “He vivido más de 35 años aquí y nunca he visto cambios, nadie se ha interesado por nosotros. Hemos buscado la forma de mejorar todo el sector, pero no solo depende de nosotros, pues no tenemos todos los medios para hacerlo”, lamenta Ruiz, en referencia a la falta de presupuesto para arreglos.
Puente Lucía es la última localidad en el norte de Guayaquil, geográficamente hablando. Y aunque sus habitantes también se sienten así (alejados y olvidados), siguen aferrados a la esperanza de que algún día el polvo que los cubre dé paso, al fin, al progreso que reclaman desde hace décadas.
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