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Guayaquil

Este malecón fue inaugurado en el 2006. Sin embargo, ha sido escenario de actos violentos desde hace casi 10 años.GERARDO MENOSCAL

"Te hacen transferir dinero": el terror que vive el malecón abandonado de Guayaquil

Residentes del barrio Garay cuentan que si no tienes nada, los ‘choros’ te obligan a hacer transferencias. Y si te resistes, te amenazan

Lucía camina a diario por la Plaza de la Música y el malecón que la antecede. Lo hace con determinación, pero también con precaución. Reside en el barrio Garay y está al tanto de las nuevas alertas de inseguridad en ese espacio turístico: robos, balaceras, incendios en quioscos y hasta intentos de asesinato. Para ella, esos reportes son razones suficientes para andar con cuidado.

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“Salgo a hacer un poco de ejercicio todos los días, pero siempre procuro andar sin nada llamativo: sin teléfono, sin reloj, incluso sin aretes o cadenas que puedan parecer caros y terminan siendo unas baratijas. Eso provoca que cualquier ‘curioso’ se acerque a intentar robar”, dice bromeando.

¿A qué le temen los vecinos?

Aun así, continúa su paso. Debe completar su entrenamiento diario y sabe que la zona está bajo observación, no de la Policía, sino de las bandas delictivas. “Una nunca sabe quién puede estar viendo y se puede malinterpretar la situación”, señala en relación con su interacción con EXTRA.

Son aproximadamente las 12:30 y nadie más avanza por el camino que se extiende por la ribera sur del estero Salado. Este recorre un costado de la calle 10 de Agosto, desde la 17 hasta el puente El Velero. A pesar de ser un sector altamente transitado, el malecón luce desolado y en mal estado. El hedor a orina, la basura y el descuido son constantes aquí.

Las transferencias bancarias son las nuevas monedas 

Damián (nombre protegido) explica que la gente evita el sendero por miedo y abandono. “La gente sabe que si se atreve a andar por esa zona, es muy probable que la ‘pelen’. Es mejor no meterse y dejar que los dueños sigan en lo suyo”.

Al decir “los dueños” se refiere a las organizaciones criminales asentadas en el sector desde hace más de 20 años. Sin embargo, asegura que su poder aumentó desde el inicio de la pandemia. “Estimo que desde el 2020 se disparó la violencia aquí. Antes había pandillas, pero se podía caminar”, recuerda.

Los guardias privados se mantienen en el ingreso de la calle Clemente Ballén.GERARDO MENOSCAL

Lo que luego revela Damián también sorprende: “Si te intentan robar y no tienes nada, hacen que llames a alguien para que transfiera a una cuenta bancaria. Te dan los datos y te amenazan para que hagas la transacción enseguida... Es invivible ya”.

Afirma que la presencia policial en el sitio es mínima, pues los uniformados prefieren no ingresar cuando ocurren los hechos violentos, sino después, cuando el área ya se ha ‘enfriado’. “Ellos saben quiénes son, pero así como a los que somos del sector, también a los policías les da miedo que esta gente les haga algo”, añade.

Este Diario envío una solicitud de entrevista con el jefe del distrito Portete de la Policía Nacional, para conocer las actuales medidas de seguridad. Sin embargo, esta no fue respondida. 

Por otra parte, al ser un espacio bajo control del Municipio, la entrada ubicada en la bajada del puente, en la calle Clemente Ballén, cuenta con guardias privados. Sin embargo, EXTRA constató que los celadores permanecían reunidos en un solo punto, conversando entre ellos. “Ellos no avanzan, están hechos ‘bola’ en la plazoleta”, manifiesta Carolina, otra residente.

Ella asegura además que algunos de estos guardias incluso entablan conversaciones con integrantes de los Latin Kings, lo que le genera desconfianza. Hugo, quien transita a diario por la zona y conoce de cerca la situación, confirma esta versión: “Ellos están en complicidad con los ladrones”.

En cuanto al estado del malecón, Carolina también señala que las paredes están rayadas y varias piezas metálicas han sido sustraídas. “Al malecón se lo ‘llevan en peso’ los chamberos. Ya no sabemos a quién recurrir, porque es un problema que se reporta cada año, pero nadie quiere asumir la solución”.

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