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Telegram y deseo: la reunión privada de una joven con nueve hombres en Guayaquil
Usando un chat masivo y oculto de Telegram, la guayaquileña coordinó una reunión íntima en el norte de la ciudad
Una joven de Guayaquil organizó, a través de un chat privado de Telegram, una reunión con nueve participantes para cumplir una fantasía personal. El encuentro, que generó debate en redes, se coordinó en un grupo cerrado con más de 1.300 miembros y estableció reglas específicas para quienes deseaban asistir. Según expertos, este tipo de experiencias reflejan cómo las plataformas digitales están transformando las relaciones y la manera en que las personas exploran sus deseos. Lo importante, dicen: siempre bajo acuerdos y normas claras entre los participantes.
La lujuria en la era digital: cómo se organizó el evento
La aventura comenzó a las 17:00, cuando un amigo suyo lanzó el aviso en un grupo con más de 1.300 miembros del Puerto Principal, una especie de club secreto: “Ella quiere cumplir su fantasía. Tener relaciones con varios hombres a la vez. ¿Quién se anima?”.
El mensaje encendió la curiosidad. En segundos empezaron a llover las respuestas: “Presente”, “Soy inexperto, quiero probar”, “Un gusto. Joven y dotado, interesado”.
Reglas y pago: los filtros para participar en la cita
Pero no bastaba con levantar la mano. Había reglas claras: mandar fotos del rostro y cuerpo, y cancelar por adelantado 40 dólares. ‘Peaje’ para el placer. Ese filtro dejó fuera a los curiosos y solo quedaron los decididos, los que realmente querían disfrutar de la novedosa jornada.
En menos de una hora ya estaban los ‘afortunados’. “Ya tenemos a nueve chicos para el evento de esta noche, ya todo está acordado para que mi amiga cumpla su deseo. A ella le gustaron todos los participantes”, anunció en el chat.
Como prueba de que todo estaba listo, el amigo publicó en el chat una foto donde la joven mostraba parte de la vestimenta elegida para el encuentro.

De Telegram a un cuarto de Guayaquil
El encuentro fue en un departamento del norte de la ciudad. El escenario: un cuarto pequeño de cinco metros cuadrados, cama de plaza y media, luces de colores y música suave. Ambiente ideal para una maratónica sesión.
Ella llegó preparada, con un atuendo cuidadosamente elegido y algunos elementos para ambientar el encuentro, incluyendo aceites aromáticos.
La reunión arrancó a las 20:00 y se extendió hasta las 23:00. Entre charlas y un ambiente cargado de expectativa, la joven ingresó a la habitación principal, donde pasó buena parte de la noche en donde fue parte de un Gang bang (un término utilizado para describir un encuentro íntimo consensuado en el que una persona participa con varios individuos dentro de un mismo evento).
Luego, la joven compartió en el chat que la experiencia fue intensa y diferente, asegurando que, para ser su primera vez, resultó tal como lo había imaginado.
Una habitación secreta
Pero la experiencia no terminó ahí. El departamento tenía una segunda habitación con un diseño particular, destinada a un tipo diferente de dinámica entre los asistentes, que la joven también decidió explorar. Se trataba de un glory hole: una apertura en la pared que permite la interacción entre dos personas sin que exista contacto visual directo.
“Al principio todos estábamos nerviosos, pero terminamos en plena confianza. El haberlos recibido con la lencería puesta ayudó a que entráramos en calor... y ya luego de unos tragos pasamos al primer cuarto”, confesó la joven en el chat.
El "club secreto" de las fiestas secretas
Lo que podría parecer un evento aislado es, en realidad, parte de una subcultura digital. El mismo grupo de Telegram, al que solo se accede mediante un enlace de invitación, que facilitó la experiencia de la joven guayaquileña, funciona como escenario para otros encuentros sexuales.
Uno de los eventos más mencionados en el grupo es la llamada “Noche de locura lésbica”, un encuentro recurrente donde participan parejas y personas solteras. Las reglas son claras: nadie está obligado a interactuar y todo se realiza bajo acuerdos previos entre los asistentes.
Historias de los eventos: testimonios del grupo de Telegram
Un usuario llamado Roberto, también organizador de estas reuniones, usó el chat para convocar a “parejas reales, limpias” a un “show lésbico de una amiga”. La entrada costaba 20 dólares para cubrir comida y bebida, además de exigir una foto previa como requisito de aceptación.
La experiencia de esta joven es apenas una muestra de un mundo que opera en las sombras, donde la tecnología no solo conecta, sino que también hace posibles fantasías que antes parecían inalcanzables.

¿Qué es un 'gangbang'?: La definición que nadie te cuenta
El sexólogo Edison Pazmiño define las fantasías como representaciones mentales que, aunque pocas veces se concretan, al hacerlo se convierten en una conducta sexual realizada.
“Pocas son las personas que llevan a cabo sus fantasías, porque se rompen límites personales y sociales”, aseguró.
Sin embargo, destaca que es vital distinguirlas de un comportamiento patológico.
“Una experiencia no constituye una patología o un problema sexual. En cambio, un comportamiento patológico impulsa a la persona a estos actos porque su deseo sexual es insaciable”, aclara el especialista.
Como ejemplo de patología, menciona la satiriasis, un deseo hiperactivo en el que la persona no encuentra saciedad, sin importar la cantidad de encuentros sexuales que tenga.
Además, el sexólogo subraya el impacto de la influencia digital. Señala que los influencers, con sus actos, pueden inducir directa o indirectamente a otras personas a actuar por curiosidad.
“Se pueden convertir en un modelo. Sus actos inducen al cerebro hacia la curiosidad”, afirma. No obstante, Pazmiño concluye que la formación de cada individuo también influye en si se deja llevar por esas inducciones.
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