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Judicial

El primer sorbo de veneno: la muerte de José Luis Erazo y los lamentos de su madre

La familia del fallecido puso la denuncia en contra de Lissa María Caiza en 2020; sin embargo, las pericias han quedado estancadas.

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Isabel Taday dice que cuando mataron a su único varón se le fue la mitad de la vida.RENÉ FRAGA

sabel Taday se ‘desmorona’ porque José Luis Erazo, su único varón, ya no entrará a su casa para abrazarla. Para decirle: “Mamita, le compré las pastillas de calcio para sus huesitos”. Para recordarle que la ama.

El hombre, de 42 años, fue hallado muerto en un departamento en Checa, parroquia al nororiente de Quito, el 28 de mayo de 2020. Y su familia presume que Lissa María Caiza, conocida como Doña Veneno, lo mató y se convirtió en su primera víctima.

La mujer fue sentenciada a 34 años de cárcel por asesinar a sus dos hijos, en Pifo, también al nororiente. Además, fue condenada a 22 años por el crimen de su novio Jaime Yanchaguano, ocurrido en el mismo inmueble, el pasado 27 de octubre de 2020. Al siguiente día, ella fue detenida.

Cuatro meses antes de este triple crimen, Caiza habría matado a Marco Escanta, su excompañero de trabajo y amante. Su cuerpo fue encontrado en su casa del barrio Florida de Chantag, en Pifo. Como evidencia se hallaron botellas de cervezas y un vaso con las huellas dactilares de la Veneno.

Por el hecho, ocurrido el 20 de junio de 2020, ella enfrenta otro proceso judicial. Actualmente se encuentra en instrucción fiscal por el delito de asesinato.

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En cada visita, la madre bendice la tumba de su hijo.RENÉ FRAGA

El presentimiento

Sin embargo, el proceso de José Luis ha quedado estancado, a pesar de que sería el primero de todos estos sucesos. Ni siquiera se refleja en la Judicatura. “Yo solo quiero que se haga justicia”, replica Isabel, sentada en un sillón de la sala en su casa de La Esperanza, a 9,3 kilómetros de distancia de donde vivía su vástago, quien fue hallado por un vecino aquella fatídica fecha.

Ese domingo, un fuerte mal olor provenía del cuarto que arrendaba este obrero de una empresa de galletas.

El vecino se arrimó a la ventana del departamento a mirar y esta se desplomó. Ahí vio el cadáver recostado en la cama. Estaba putrefacto y descalzo.

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La familia guarda un álbum con las fotos de José Luis.René Fraga

“Yo estaba en una minga y me llamaron para decirme que fuera a Checa. Yo ya presentí que algo malo había pasado porque mi hermano era el único pariente que vivía ahí”, cuenta Margarita Erazo sentada junto a su madre.

La ñaña de José Luis llegó al inmueble y vio que la ambulancia de Medicina Legal ya lo había levantado. Cuando la mujer entró a la habitación encontró una evidencia fundamental: una botella de whisky. Le llamó la atención porque, asevera, José Luis no bebía.

Además, se dio cuenta de que alguien se había robado una computadora del fallecido, unas tarjetas del banco y también los zapatos que llevaba puestos. “Lo que supimos fue que, cinco días antes, mi hermano había pedido a un vecino, que estaba tomando, que bajara el volumen porque quería descansar. Pero nada más”.

Por la tarde, doña Isabel estaba en su casa preparando una sopa cuando vio que sus cinco hijas llegaron después del levantamiento del cadáver. “Les pregunté por qué no trajeron a mijo para que merendara”. Ellas le contestaron que ya no lo vería porque él se convirtió en un ángel en el cielo.

La mujer empujó a una de sus hijas. Se lanzó al piso y gateó como una niña. No creía lo que le dijeron sobre José Luis.

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La víctima trabajaba en una empresa de galletas en Guayllabamba, norte de Quito.Cortesía

Las sospechas de Doña Veneno

Isabel despidió a su hijo al tercer día del hallazgo. Hasta ese momento, la causa de muerte había sido un infarto agudo de miocardio. Pero las dudas surgieron cuando una mujer empezó a escribirles, en junio.

Era Caiza, amiga del fallecido desde que eran niños y a quien había ayudado a buscar trabajo dos meses antes de su deceso. “Incluso una vez, él llevó a esta chica a comer a la casa de mi hermana. Cuando se fue, lo que ella dejó en su plato le dieron al perro y se murió envenenado”, según Margarita.

Caiza envió mensajes a una ñaña de José Luis para preguntar por él. Ella le dijo que le debía 80 dólares, pero, al enterarse del fallecimiento, quería que cancelaran sus hermanas.

Durante tres meses, la asesina les insistió hasta que mandó un dato revelador. “Nos mostró una foto de las cosas que se habían robado de mi hermano. Incluso sus zapatos”, dice Margarita.

Caiza les aseguró que ella sabía cómo murió José Luis, lo que sorprendió a sus parientes. Entonces, pactaron un encuentro con una de las hermanas del hombre para conocer la verdad.

Margarita se armó de valor para verse con la mujer en el parque de Pifo, que queda a pocos metros de donde vivía la detenida. Doña Veneno quería que fuera sola para conversar.

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Lissa María Caiza, sentenciado por el crimen de sus dos hijos.CAPTURA DE VIDEO

Más celeridad

La cita con Caiza era el 28 de octubre de 2020, pero no se concretó porque Margarita y su familia se enteraron de que había sido detenida por los crímenes de los niños, de 9 y 5 años. Además de que al cadáver de Yanchaguano lo hallaron debajo de un lavabo donde residía la implicada.

Y fue este último caso el que ayudó a la familia de José Luis a ligar a Caiza con su muerte. Margarita explica que, mientras avanzaban las investigaciones, supieron que la detenida había enviado mensajes a la familia de Yanchaguano parecidos a los que ella y su ñaña recibieron primero. Solo que en ese caso, la asesina decía que el joven, de 27 años, fue secuestrado y debían dar 8 mil dólares para liberarlo.

La familia del fallecido puso la denuncia en contra de Caiza en 2020, año en el que fue localizado el cadáver en Checa, nororiente de Quito. Sin embargo, las pericias han quedado estancadas.

Al ver la similitud de los hechos, los parientes de José Luis pusieron la denuncia en Fiscalía. Pero hasta ahora no hay avance alguno. “Le llamaron a rendir su versión, pero la audiencia se suspendió”, relata Margarita. Y no hay fecha para convocarla nuevamente.

La única pericia que se pidió fue que se tomaran las huellas dactilares de Caiza, aunque tampoco se lo ha hecho. Lo que quieren es conocer cómo actuó Doña Veneno, qué tipo de sustancia le dio y, lo principal, saber por qué lo habría matado.

Y así han pasado dos años de la ausencia de este hombre al que le encantaban las coladas que preparaba su madre, quien atesora el recuero de su hijo jugando canicas y los trompos. “Se fue la mitad de mi vida”, finaliza Isabel.

Sentencias

A pesar de que sobre Lissa María Caiza pesan dos condenas, estas todavía no se encuentran ejecutoriadas. Además de ser hallada culpable por los otros dos casos, pasaría un total de 40 años en la prisión.