Opinión
Cartas al director
El más grande maestro
Los profesores no han definido su título académico. A veces se llama preceptor, pedagogo, hábil, perito, adiestrado, músico, consejero, guía, mentor, asesor, monitor, instructor, celador, profesor, educador, preceptor, pedagogo, guía, consejero, preceptor, mentor, tutor, asesor, gurú, guía, líder, mentor, director espiritual, enseñante, educador, docente, profesor, escuelero, colegial, ayo, (…). Sin temor a equivocarnos, considero que nosotros somos maestros y la maestría nos otorga la trayectoria de Jesucristo, que fue el primer Maestro de la humanidad. Los que pensamos de la honestidad en el ejercicio de la profesión podemos citar fragmentos que a mi parecer son los más resaltantes en cada uno de los relatos de Jesús. La honestidad como valor humano está inherente a cada ser, y en este sentido podemos afirmar que cada cual debe tener, al menos por lógica, un mínimo índice de honestidad según nuestra escala de valores. Será más o menos relativo según nuestra concepción de vida, nuestra formación, nuestro desarrollo o punto de vista ante las situaciones que hemos experimentado en nuestra vida. Estoy a favor de los principios de la Teología de la Liberación. Por lo tanto, mi modelo de vida tiene que ser cada día mejorar pensando en que mis alumnos son el elemento para el cambio y promoviendo que ellos triunfen en la vida. Quiero descartar aquella mala interpretación de llamar maestro a un pintor de brocha gorda, a un carpintero, a un mecánico, a un entrenador de fútbol o quien realiza una actividad manual en diferencia con los maestros educadores que, en cambio, priorizan el desarrollo del pensamiento pedagógico y académico.
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo