Cartas al director

La invitada del día

Aplausos

Por: Silvia Buendía  @silvitabuendia

Guillaume Long inició su informe en la ONU diciendo que esa sociedad civil que estábamos presente en Ginebra no teníamos legitimidad para representar al Ecuador. De allí en adelante todo fue naufragio. Long no pudo despistar a los expertos en derechos humanos hablando de las bondades de nuestra Constitución, fue acribillado con cuestionamientos muy fuertes: ¿Por qué se pasan leyes de minería sin la debida consulta previa? ¿Por qué Ecuador sigue sin contestar las inquietudes del Comité respecto a la despenalización del aborto? ¿Por qué el país de la ciudadanía universal canceló la visa de Manuela Picq? ¿Alguien en Ecuador puede ejercer derecho a réplica sobre las declaraciones del presidente los sábados? Ninguna de estas preguntas tuvo respuesta.
Al final del informe, desde las sillas donde estaba ubicada la delegación oficial del Ecuador se escuchó un aplauso lambón. Fue un aplauso descriteriado, típico de las sabatinas, hecho como para satisfacer las vanidades más mediocres. La delegación oficial del Ecuador en Ginebra no tenía la más remota idea de que aplaudir cuando el país examinado termina su informe es inapropiado. Y así lo dijo en ese preciso instante, para bochorno propio y ajeno, el presidente del Comité de Derechos Humanos de la ONU.
Long se descompuso ni bien empezaron a escucharse las primeras palmadas. Incluso me pareció percibir que hizo el amague de un gesto en dirección a su gente. Pero ya era muy tarde, aplaudían como focas. La reacción de Long se congeló inmediatamente, sus ojos refulgían de rabia, como ante la evidencia de que todo esfuerzo carecía ya de sentido.