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Diario Extra Ecuador

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“El Aromo, Manabí”

Por sentido práctico, caemos en cuenta que la construcción de la Refinería del Pacífico choca  contra intereses políticos que pretenden echar a perder una gran apertura económica y social (recordemos el caso de la procesadora de basura en Guayaquil). Los pretextos adversos son baladíes: “que Aromo se instalará en zona sísmica”, “que es absurdo el eventual endeudamiento para la refinería”, “Ecuador entra tarde a tratar de hacer una refinería”. Decía mi amada abuela: “Más vale tarde que nunca”.
Tal como está concebido el proyecto, no se trata solo de refinación de hidrocarburos. sino que también de un complejo petroquímico y fábrica de plásticos (la industria petroquímica se la califica como la “madre de las industrias”).
Ecuador tiene una reserva de 3.200 millones de barriles, ocupa el puesto No. 20 de países exportadores, y en sistema de refinación es el octavo en América Latina y El Caribe. La capacidad de sus 3 refinerías (Esmeraldas, La Libertad y Amazonas) es aproximadamente de 160 mil barriles diarios que no alcanzan para el abastecimiento nacional.
En la industria petroquímica producen, elaboran y se crean más del 60% de todos los productos que utilizamos los seres humanos. Los encontramos en agricultura, equipos médicos, industria farmacéutica, alimenticia, perfumería, construcción de viviendas, etc., existiendo en todo lo que el hombre ha imaginado, quedando latente lo que pueda crearse en las impresoras 3D que utilizan plásticos.
La crisis económica hace más necesaria y rápida sus construcción. Resulta incomprensible la comodidad de la ciudadanía y en especial de los manabitas, beneficiarios directos, que no empujan este proyecto.

César Antonio Jijón Sánchez

 

¡A dar vueltas se ha dicho!

El alcalde Nebot siempre nos sorprende con algo nuevo dentro del proceso de regeneración urbana, con la intención de que La Perla sea considerada una real ciudad metropolitana. Ya anuncia el aerotransporte entre  Guayaquil y la vecina orilla, en Durán. Y, sobre todo, tiene entusiasmados a los “monos” con la construcción de la gigantesca rueda moscovita que estará ubicada al norte del concurrido Malecón Dos Mil, y que a los historiadores sombríos (que a veces son los “agoreros del desastre”, pero al revés, es decir hacia el pasado) les recordará a los “esclavos de la noria”...
Contaremos, pues, con ese gran atractivo que, a  decir de los funcionarios municipales, se ubicará en su género entre las más grandes del mundo. Recordamos a la tradicional rueda moscovita de Viena, acaso la más antigua, en la cual nos dimos unas cuantas vueltas allá por los años 50 del siglo pasado. Esta noria austríaca ha sido  superada en magnitud por otra que funciona en Londres, capital del país donde acaba de triunfar el “Brexit” sacándole la lengua a la UE. Y en Dubái, donde todo es monumental, se anuncia la construcción de la rueda moscovita más grande del planeta, como para empatar con el edificio más alto del mundo que hace rato superó al Empire State de Nueva York.
A prepararnos, entonces, para dar gozosas vueltas, a pesar de los “Contreras” de siempre, quienes se están quejando porque el aparato o noria, dicen ellos, les impedirá mirar al río tutelar... (FCV)

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