Opinión
Cartas al Director
Desde la redacción
Las caras de la verdad
Por: Juan Manuel Yépez
@juanmayepez
La verdad tiene muchos matices. Todo depende del cristal con el que se la mire. Pero en el Ecuador hay una peligrosa tendencia a pretender que la verdad es única, incontrastable, incuestionable, intransferible, definitiva. Aquí se llega al punto de castigar con la ley a quien tiene su propia visión, construida sobre la base de hechos también verdaderos, aunque adobados con la experiencia personal. Los diarios se crean con verdades de un sinnúmero de actores, que reflexionan y debaten sobre un tema determinado. Pero siempre existirá alguien que no concuerde con esa perspectiva, lo que tampoco significa que la premisa sea equivocada, sino tal vez incompleta.
Cuando un grupo intenta imponerse al resto con su versión de las cosas, crea un ambiente hostil propio de las dictaduras. Si no piensas como nosotros, no existes, parece ser la consigna. ¿Recuerdan cuando nos obligaron a llamar a los presos Personas Privadas de la Libertad, o a los negros afrodescendientes, bajo la amenaza de enjuiciar a quien no lo hiciera? Un colegio de profesionales armó un tremendo alboroto a un medio de comunicación porque publicó una nota sobre un directorio que ellos no reconocían, lo que evidenciaba una división feroz en el gremio. ¿El medio era el responsable o ellos por no ponerse de acuerdo? El colmo del absurdo ocurrió el viernes, cuando la Procuraduría cuestionó, a través de una confusa rectificación, el titular de Expreso ‘Chevron le gana otro juicio a Ecuador’, al asegurar que tal decisión no implicaba al Estado ecuatoriano, sino que era un caso entre “privados”. ¿Entendieron? Pues yo tampoco, pero en estos momentos el sentido común no es el más común de los sentidos.
Pobres “hacheros”...
Por: Dr. Alexander Cajas S.
Si la gente supiera los daños que produce la heroína o “H” a la salud espiritual y física de los que la consumen, nadie se metería en ese infierno.
La cocaína como la heroína son drogas difíciles de dejar porque se hacen parte del consumidor, producen cambios neuroquímicos y moleculares del cerebro y cuando se las quiere abandonar producen el síndrome de abstinencia a la coca o a la “H”. Y se caracteriza por el llanto por dejarlas; dolores musculares, calambre, dolores en la espalda, náuseas, vómitos, diarrea, insomnio, escalofrío y convulsiones. Su punto máximo llega a las 24 y 48 horas de dejar de absorber, fumar o inyectarse, y la mejoría comienza con un buen tratamiento.
Los efectos a largo plazo de la “H” son la adicción, además de enfermedades como el VIH, SIDA, hepatitis B y C, colapso de las venas, infecciones, abscesos, afecciones del corazón, (válvulas y endocardio), artritis y reumatismo.
Un consejo sano de un abuelo, padre, hijo, hermano: Por favor, no se complique la vida. No hay nada mejor que la paz con Dios. Estudiar, trabajar, practicar un deporte, hacer el amor en casa, divertirse sanamente y disfrutar de este bello viaje que es la vida. La diversión no está en las drogas. Hay tantas cosas bellas mejores que esa estupidez que destruye la vida de los seres humanos.