Opinión
Cartas al director
“Rafael contigo siempre”. Ipiales A cinco kilómetros llegó la cola de automóviles que viajaron horas y horas a Ipiales en el reciente feriado. Nada menos que 40 mil vehículos, según la Policía, transportaron a familias que no fueron por bienes de lujo, sino a conseguir útiles escolares antes de empezar clases en la Sierra. Un señor, Patricio Alarcón, por TV que gastó $ 70 en comprar útiles que en el Ecuador hubieran costado $300. Sí, aunque el presidente con PhD en Economía niegue la crisis, la gente en la calle se queja de que todo cuesta un ojo de la cara. ¡Y encima no hay trabajo!. La culpa no es del dólar, porque en el Ecuador tenemos más inflación que en Estados Unidos, Panamá y El Salvador, que usan la misma moneda. En realidad, todo está más caro debido a las trabas, impuestos, salvaguardas y cupos que artificialmente fija el Gobierno, cuando un dólar más fuerte hoy nos permitiría comprar bienes importados “a precio de gallina enferma”, tal como ocurre cuando un ecuatoriano los adquiere en Colombia o Perú. Así, importar más barato no solo beneficiaría a los consumidores, que somos todos, sino a empresas y agricultores que, al obtener insumos y equipos a menor precio, serían más competitivos a la hora de emprender, producir y exportar. Pero en vez de resolver el problema y aliviar al pueblo con menos impuestos, Alianza País se entretiene con sabatinas y shows sobre paraísos fiscales para utilizar al Estado en su campaña política. Y encima piensa gastar millones de dólares en una consulta por la reelección de “papito Correa”, como recién lo bautizó #AyPame. Mi sugerencia: Vayan no más y consulten en Ipiales, Colombia. ¡Allá sí que de ley arrasan! Ab. Héctor Yépez Martínez ¿Qué dejan los Juegos Olímpicos?... Los Juegos Olímpicos que se llevan a cabo en Río de Janeiro conmocionan al mundo que, en medio de tanta tragedia, de tantos atentados cometidos de manera bárbara y salvaje contra poblaciones civiles inocentes, encuentra en esta demostración de paz y de confraternidad, que son estos Juegos, un oasis que reconforta y hace ver que no todo está perdido en la humanidad.
Todos quienes habitan este planeta miran con emoción cómo los atletas de los cuatro puntos cardinales de la Tierra se abrazan, se besan y se confunden en un solo haz de corazones, empujados por el pensamiento y por la filosofía de vida que inspira al movimiento olímpico desde hace más de dos mil años a esta parte.
Y, lo más trascendente y que conmueve el espíritu, el corazón y el cerebro de hombres y de mujeres es constatar cómo los que participan en los Juegos tienen la dignidad necesaria para reconocer el triunfo de su adversario momentáneo, y con humildad aceptan su derrota. Esto es edificante y digno de ser imitado por quienes en otros órdenes de la vida se consideran a sí mismos como la encarnación de la prosapia humana por haber obtenido un triunfo, a veces barato, pírrico e intrascendente, sin comprender a cabalidad que el triunfo es pasajero.
Lo que perdura a lo largo de la existencia es la capacidad para luchar diariamente por alcanzar las metas que nos propongamos, venciendo obstáculos y vallas, gracias a nuestro esfuerzo y capacidad. (BLC) Los Juegos Olímpicos que se llevan a cabo en Río de Janeiro conmocionan al mundo que, en medio de tanta tragedia, de tantos atentados cometidos de manera bárbara y salvaje contra poblaciones civiles inocentes, encuentra en esta demostración de paz y de confraternidad, que son estos Juegos, un oasis que reconforta y hace ver que no todo está perdido en la humanidad. Todos quienes habitan este planeta miran con emoción cómo los atletas de los cuatro puntos cardinales de la Tierra se abrazan, se besan y se confunden en un solo haz de corazones, empujados por el pensamiento y por la filosofía de vida que inspira al movimiento olímpico desde hace más de dos mil años a esta parte. Y, lo más trascendente y que conmueve el espíritu, el corazón y el cerebro de hombres y de mujeres es constatar cómo los que participan en los Juegos tienen la dignidad necesaria para reconocer el triunfo de su adversario momentáneo, y con humildad aceptan su derrota. Esto es edificante y digno de ser imitado por quienes en otros órdenes de la vida se consideran a sí mismos como la encarnación de la prosapia humana por haber obtenido un triunfo, a veces barato, pírrico e intrascendente, sin comprender a cabalidad que el triunfo es pasajero. Lo que perdura a lo largo de la existencia es la capacidad para luchar diariamente por alcanzar las metas que nos propongamos, venciendo obstáculos y vallas, gracias a nuestro esfuerzo y capacidad. (BLC)