El país continúa enterándose, casi todos los días, de innumerables escándalos y que se dieron durante la supuesta “década ganada” de Rafael Correa.

Donde aparece una obra de su gobierno, paralelamente se descubre algún enturbio relacionado a esa acción, que no son solo atracos económicos, sino también hechos tiránicos.

Recordemos que despótico dominio de Correa en todas las funciones del Estado le dieron patente de corso para que nos atropelle impúdicamente.

Ya debería entenderse que descorreizar el país, sería el inicio para moralizar. Dos o tres preguntas de la próxima consulta van por ese objetivo; pero no es suficiente, porque si bien Correa está en el ostracismo, “su milagro” sigue aún operando con sus apóstoles, que ahora son acunados por su sucesor, Lenín Moreno.

Sería importante borrar todo rastro en leyes, enmiendas, decretos, etc. que lleven la macabra impronta revolucionaria; además, separar del gobierno actual a esos apóstoles de marras.

Parodiando un conocido grafiti de los viejos tiempos de nuestra independencia, la posesión de Lenín Moreno fue: “último día del correísmo y primero de (casi) lo mismo”.

Análoga reflexión del “gatopardismo” del inmortal de Giuseppe Tomasi de Lampedusa: “cambiar todo para que nada (o poco) cambie”...

Fabián Chacón Cobo.