Opinión
Cartas al director: No todo está perdido...
En esas ocasiones debemos serenarnos, buscar a nuestro entender y con ayuda de familiares, amigos o profesionales.
“Estamos en la encrucijada”. “Estoy perdido”. “El tiempo pasado fue mejor”. De estos términos cientos están supeditados al desinterés de la persona en buscar soluciones.
Todos tenemos problemas, pero no por eso todo está perdido. En esas ocasiones debemos serenarnos, buscar a nuestro entender y con ayuda de familiares, amigos o profesionales (psicólogos, psiquiatras, asesores, etc.) el por qué llegamos a donde no queríamos.
Hagamos una autoevaluación sincera de nuestra conducta y proceder; corregir lo que hemos consentido como defectos o virtudes, teniendo presente que somos imperfectos y, por tanto, no exentos de cometer errores. Lógicamente que estos no deben ser continuos o enfermizos (celopatía u otras aberraciones) o aquellas execrables, que caen en estado clínico de psicópatas.
Debemos apremiar, como compendio de nuestras vidas, la solidaridad. Dar sin recibir a cambio. Quedó demostrado que si lo fuimos en las circunstancias del terremoto del año pasado, no existe nada mejor que limpie, quite un mal presagio o, como se dice coloquialmente, “sacarse un peso de encima” que realizar una acción solidaria.
El expresidente Carlos Julio Arosemena Monroy decía: “Lo peor es dar consejos. Si le va bien es por mérito propio, si le va mal culpable es el consejero”. Mi costumbre diaria al salir es mentalmente decir: “Voy a brindar amabilidad, educación y servicio. A mis amigos, respeto, confianza, dignidad y positivismo”, comprendiendo que son acepciones ontológicas, por ello intangible, pero siempre manteniendo el optimismo de transferir esperanzas.
César Antonio Jijón Sánchez