Opinión
Cartas del director
¡Un vil atropello!
Los últimos papelones de los organismos de control mediático han demostrado la precaria idea que se tiene de lo que significa, según ellos, la tan manoseada interculturalidad, impuesta solo a los medios de comunicación privados (a los del Gobierno ni les paran bola). Resulta que, a su criterio, nuestros pueblos ancestrales solo tienen derecho a aparecer en los diarios para contar cómo se visten, lo que comen, lo que siembran y lo que festejan. La visión reduccionista de la Supercom y del Cordicom viola la Ley de Comunicación porque los discrimina al no aceptar su participación cultural en todos los estamentos de la sociedad como una forma pura de integración. Con la última sanción a Diario Expreso, está claro que ellos no permiten que compartan sus formas de ver la política, economía, arte o literatura; condenándolos así a permanecer en una especie de guetos. Expreso ha sido multado por la comisaría de Carlitos por darles el espacio para que opinen sobre la realidad nacional, alejándolos del folclor, sin que definan de una vez por todas cómo rayos funciona su lógica intercultural en un país repleto de matices. A Tránsito Amaguaña o a Dolores Cacuango no se las recuerda por ser indígenas o por los telares que hacían, sino por su lucha feminista a principios del siglo XX. Me imagino lo que dirían si les cuento que su derecho a ser parte de las páginas de un diario termina cuando empiecen a analizar el país y la conducta gamonal de algunos dirigentes. Mientras hablen solo de sus costumbres en una página con clasificación I, sería suficiente. Lo más triste es que el Cordicom, creado paradójicamente para “democratizar” la comunicación, no diga una sola palabra sobre este vil atropello.