Opinión
Cartas del director
Marcha de las putas Guayaquil
Hace unos días, leía yo en redes sociales la opinión de una joven mujer que se hacía la siguiente pregunta: ¿Por qué la marcha de las putas? ¿Por qué no la marcha de las mujeres científicas, atletas, artistas, ingenieras?
El 24 de enero de 2011, durante una conferencia de prensa sobre seguridad, el jefe de policía de Toronto, Michael Sanguinetti, dijo que “las mujeres deben evitar vestirse como putas para no ser víctimas de violencia sexual”. Típico comentario machista que traslada la carga de la culpa del violador hacia la mujer violada. Del asesino a la asesinada. Algo muy parecido a lo que dijo sobre el doble feminicidio de las jóvenes argentinas en Montañita -en declaraciones para la prensa alemana- Cristina Rivadeneira, subsecretaria de Turismo: “a estas chicas seguro les iba a pasar eso en cualquier lado (…) tarde o temprano”.
De este vergonzoso episodio canadiense nace la Marcha de las Putas: somos mujeres que marchamos para reivindicar este término. Somos putas por actuar en forma trasgresora, por vestirnos como nos da la gana, con nuestro propio sentido de la estética, por querer caminar por las calles sin que nadie nos acose o nos agreda. Tal como lo hacen los hombres.
Por eso la Marcha de las Putas no tiene que ver necesariamente con el trabajo sexual, tiene que ver con apropiarnos de un insulto y asumirlo como rechazo a una sociedad machista que te llama puta para humillarte cuando no te puede someter. Así seas artista, científica, atleta o ingeniera.
El jueves 17 de marzo a las 18:00 en el parque Centenario será La Marcha de las Putas capítulo Guayaquil. Yo voy, nos vemos allí.