Cartas al director: El Mercado Central de Guayaquil

El Mercado Central de Guayaquil, ubicado en la manzana comprendida entre las calles Lorenzo de Garaycoa, 6 de Marzo, Clemente Ballén y 10 de Agosto, tiene algunos años que luce un semiabandono, tornándose en una estructura casi ruinosa, cual cereza de pastel en el casco comercial.

Mercado construido entre los años 1922-1923 que funcionó eficientemente en el comercio, no solo de productos de primera necesidad, sino que en su entorno existían tiendas, bazares o quioscos que hacían las veces de almacenes de los artículos más disímiles. En la parte superior se compraba pescado, concha, cangrejo, carne, aves de corral y se digerían comidas típicas, como el famoso caldo de bagre, de la señora Bolivia de Burnan.

El mercado era un polo de desarrollo comercial, persistiendo aún, pero en menor escala, si consideramos el crecimiento de la ciudad.

El Mercado, reducido a su mínima expresión, permanece como desafiante símbolo de cientos de casas de construcciones mixtas que algunas se caen a pedazos, calificadas por el pueblo como “escombros de pie”.

Esto viene a colación, a propósito de realizarse en Quito, del 17 al 20 de octubre, el Encuentro Mundial Hábitat III, “Una oportunidad para mejorar nuestras vidas y ciudades”.

Convendría aprovechar la visita e invitar a planificadores internacionales urbanos y medio ambientales para que eleven un diagnóstico de manera prioritaria en un radio de 10 cuadras a la redonda del Mercado Central, ya que es apremiante resolver esta área de destrucción habitacional. Estamos a tiempo de mirar esta realidad objetiva, no solo del centro de Guayaquil, sino de muchos, muchísimos barrios.

César Antonio Jijón Sánchez