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Opinión
Cartas al director: Los derechos del consumidor
El enriquecimiento ilícito no está permitido, legal ni moralmente. Se trata, por lo tanto, de un delito.
El enriquecimiento ilícito no está permitido, legal ni moralmente. Se trata, por lo tanto, de un delito. Se ha podido detectar que existen grupos familiares, algunos procedentes de la Sierra central que se han arraigado en zonas aledañas a las nuevas urbanizaciones de Guayaquil, instalando sus tiendas, aprovechando que no hay lugares destinados para vender víveres al menudeo.
Estos grupos familiares, no solo monopolizan ya que se instalan con 3 o 4 negocios en línea, sino que también ponen en vigencia el desorden.
La práctica de esta anormalidad va en franco aumento, existiendo personas que con su complacencia escuchándoseles decir: “Qué más nos queda” o “Tenemos que soportar porque no hay dónde”, “ No tenemos trabajo”, etc., dándose por entendido que hay que aceptarlos a ellos.
E ahí lo insólito. Nadie tiene la entereza para reclamar a estos vendedores, sino que los dejan adquirir la disposición de predominio al imponer altos precios. El comprador sabe y siente que el cobro es desproporcionado, pero antepone su personal estimación y cae en el embauque. Además, calcula que son centavos, 10, 15 o 25 de más en cada producto y que no le hace mella al bolsillo, pero en la suma total, sin consideración alguna, se le están llevando de 3 a 5 dólares; tomando en cuenta el número de compradores (incautos) se hacen así de pingües ganancias.
Estos clanes familiares que por cierto trabajan de domingo a domingo, a la vuelta de 2 años a lo mucho, adquiere camionetas, camiones, compran el local el cual humildemente alquilaron. ¿Es esto o no un enriquecimiento ilícito? ¿Qué autoridad pone coto...? ¡Viva la fiesta!
César Antonio Jijón Sánchez.