Opinión
Cartas al director: Se roban hasta las estatuas...
A pocos días de su inauguración, despreciables malandrines intentaron robar la escultura de la educadora guayaquileña Ana Villamil Icaza, compositora y pianista desde la esquina suroeste del parque Seminario, al igual que la del poeta Medardo Ángel Silva ubicada en el mismo parque; ocasionándoles daños severos.
A pocos días de su inauguración, despreciables malandrines intentaron robar la escultura de la educadora guayaquileña Ana Villamil Icaza, compositora y pianista desde la esquina suroeste del parque Seminario, al igual que la del poeta Medardo Ángel Silva ubicada en el mismo parque; ocasionándoles daños severos.
Exigimos de las autoridades aplicar sanciones ejemplarizadoras a quienes mandan a robar, los intermediarios y los ejecutores. No cabe ser que cuando la ciudad más visitada del país es engalanada para el deleite general y cuando la mayoría la vemos más bonita, ciertos engendros del mal se confabulan para ocasionar estos condenables actos.
Ya quedan pocos de los autofinanciables paraderos colocados en lugares estratégicos por la Municipalidad, con luz, banca y techo, además de su correspondiente publicidad. La mayoría son de acero inoxidable al igual que cientos de tachos para basura, aún sin reemplazo alguno o los tachos plásticos o latón de mínima durabilidad. También tienen gran demanda por las recicladoras o las rejas peatonales, letreros con nombres de la calle o del tránsito, tapas del alcantarillado, lámparas y cables del alumbrado público.
Mucho se planifica en los “dormitorios” en que se han convertido portales, parques, pasos o desnivel o el bulevar 9 de Octubre frente a la Zona Militar, donde junto a sus trapos que los cobijan hacen sus necesidades biológicas, quedando el lugar convertido en un gran muladar, ubicándolos fácilmente y por una droga, un trago o unos centavos se comprometen a robar un costoso bien público perjudicando a Guayaquil, primer puerto mercantil y turístico del Ecuador.
Fernando Renella Coll